MIÉRCOLES 30 de Octubre de 2024
 
 
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Con la salud no se hace política

Hay situaciones y hechos que nunca deberían ser sometidos a los ‘tira y afloja’ de las contiendas políticas, porque son esenciales para la condición humana.

Una determinada enfermedad no pregunta de qué signo político sos, lamentablemente ‘entra’ y somete a la persona afectada y su núcleo familiar a las contingencias de, si es grave acompañarlo y junto con él soportar las dificultades que entraña, y de no serlo estar a su lado hasta que esté nuevamente en carrera.

Resulta odioso y hasta fuera de lugar que tengamos que analizar el ¿Por qué se discute políticamente?. Realmente si hay un reclamo lo que corresponde es que se pongan en funciones todos los mecanismos de la negociación, donde el aspecto central resulte ver cómo se arriba a una solución.

Hay hechos en la sociedad que de ninguna manera corresponde se tomen como una herramienta de ‘campaña’ y se aproveche lo que significa un conflicto de orden económico, en la herramienta apropiada para hurgar en otros aspectos que -tal vez merezcan ser tratados- pero fuera de una discusión donde lo que está sobre la mesa tiene otros contenidos.

Caemos siempre en el mismo error. No es la primera vez que aparecen los iluminados que ahora se dan cuenta que el sistema de salud de Argentina está soportando el mismo quebranto, o más grave, que el que padece la sociedad en su conjunto.

En este caso -no es la primera vez- que el Pami, está sobre el escenario. Desde hace muchos años una ‘jugosa cartera’ que se disputa erróneamente, dado que su función específica es atender la salud de los mayores.

No pretendemos y por supuesto no lo haremos, justificar a nadie y mucho menos pretender analizar las posiciones que se han asumido de una y otra parte.

Es difícil que cuando hay dos y uno no quiere ‘bailar’ no se pueda concretar el ‘convite’. En este caso de un lado las autoridades del Pami y del otro los profesionales de la salud, que requieren un ‘árbitro‘ que pueda poner la sensatez y equilibrio que se requieren para llegar a una solución que conforme y no perjudique.

De esta ‘confrontación ideológica’ y funcional, porque en eso se ha convertido, hay millones de perjudicados que ven mermadas sus posibilidades de asistencia, en razón de las circunstancias que explica el sector de los profesionales. Y son los más débiles, es sin lugar a dudas el sector vulnerable que requiere una constante respuesta por las dolencias que entraña el hecho natural de la edad.

Esta situación se ha reflotado nuevamente ante la contingencia que plantean los profesionales de la salud que deben discutirse los encuadres económicos que mantienen, fundamentalmente con las obras sociales en general atento a que los aranceles fijados resultan deficitarios para desarrollar sus tareas acordes a las necesidades que requieren la prestación del servicio de salud.

En un país sometido a los avatares de un severo quebranto económico donde existe una dolarización ‘encubierta’ y sujeto a los vaivenes de un índice inflacionario que altera todos los estamentos de la sociedad, este fenómeno era de esperarse, como es justificado el reclamo de los sectores del trabajo.

Todo tiene su razón de ser. Ninguna duda que debe ser objeto de tratamiento y análisis, pero -alguna vez apelemos a la inteligencia- y dejemos de lado chicanas políticas, que sólo entorpecen y desmerecen un legítimo reclamo. Que debe discutirse -sí- pero sin connotaciones ajenas a los objetivos que la promueven.

En razón de estas disquisiciones, que gran parte de la ciudadanía se realiza, es necesario que alguna vez seamos realmente ‘SERIOS Y RESPONSABLES’ y encaminemos los conflictos de acuerdo a la incidencia que los mismos tienen, sin que se produzcan daños colaterales, en este caso las y los jubilados.

Todo es importante, pero nada lo es como la salud. Desconocer o pretender politizar un tema de esta naturaleza muestra un egoísmo muy particular, que debería -la sociedad- desarraigar definitivamente.
 

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