En varias de nuestra últimas entregas del año que acaba de finalizar, señalábamos que el 2025 se presentaba como de muy difícil tránsito social. Fundamentalmente con la continuidad anunciada de seguir aplicando la “motosierra” como la herramienta que le permita al Ministro de Desregulación y Transformación del Estado proceder con su tarea de ajuste, eliminación de reparticiones y reacomodamientos funcionales.
La liberación del mercado de chatarra, negocio que mueve cifras realmente importantes no solo en el marco de las siderurgias nacionales sino en el mercado de exportación, era un sólido respaldo a miles de familias que vivían de la tarea de recoger y seleccionar el tipo de chatarra.
No se puede afirmar ni negar que al materializar estas medidas los ámbitos gubernamentales encargados de ponerlas en marcha tienen en consideración el daño humano que pueden producir en un término inmediato o a largo plazo.
El factor desempleo es la sombra que se cierne sobre un importante número de ciudadanos y ciudadanas que, desde el principio del 2025 y en los escasos 8 días del nuevo año, han visto truncadas sus esperanzas de crecimiento por ser parte del sector elegido para achicar el Estado Nacional.
Primero fueron objeto de este tratamiento los jubilados; luego las transferencias a las provincias, a renglón seguido el término de la obra pública financiada por Nación, Privatización y eliminación de reparticiones que dependen del presupuesto del Gobierno, hoy extendido el del 2023 en razón de no haberse aprobado el correspondiente al ciclo 2025, situación que ha generado, junto a la instrumentación de las Facultades Delegadas un manejo totalitario, en donde está ausente la posibilidad que pudieran -las medidas- discutirse legislativamente para consensuar los efectos que las mismas producen.
Es factible que en el marco de un enorme desorden institucional que se venía visualizando desde hace varias décadas y los efectos de decadencia y quebranto socioeconómico, las medidas emergentes de un cambio sustancial, no solo en el plano político, sino poner en marcha una profunda transformación que va de la mano con el ejercicio del liberalismo-anarcocapítalista y la vigencia del libre mercado, fueran necesarios para lograr objetivos de revitalizar y recuperar un país que, de constituir la cabeza de este sector del continente, pasó a ser una economía regional supeditada a sus vecinos.
En algún momento se llegó a pensar que lo más grave había pasado y que, si bien podrían registrarse remezones, surgidos de la instrumentación regulatoria y achicamiento de las funciones estatales, la palabras del presidente Javier Milei, en el mensaje de principio de año, señalaba que ahora venía la etapa de la recuperación.
Sin lugar a dudas que una gran parte de la sociedad creyó en un análisis seguido de reflexiones de diverso calibre que el titular del P.E. hizo trascender. Elaboró estrategias, como es su costumbre, manejando con acierto el sentido de la verdad a medias, aunque no dejó de señalar que la “motosierra” estaría activa todo el año.
Todo indica que el tiempo que se avecina será tormentoso y conflictivo, no solo en el orden interno social, económica y políticamente hablando, sino en la escalada que inició Milei para alcanzar a integrarse como uno de los líderes liberales del mundo. Esto se desprende de una de sus frases: “Todo el mundo me está mirando y ya son muchos los que pretenden imitarme”.
Mientras se están cerrando oficinas y áreas del Estado, con el consiguiente resultado de mucha gente en la calle, el Partido de La Libertad Avanza está poniendo en funcionamiento las “ambulancias” para recoger los restos de los sectores opositores atomizados y reconvertirlos en hombres de Milei y Karina.
El PRO está muy cerca de intentar, con aquello que pueda salvar Mauricio Macri, buscar consolidarse, juntándose a otros sectores que han quedado flotando en el “limbo” de una política desguazada, donde las hábiles maniobras de Javier Milei y Santiago Caputo, respaldados en la consistencia política de Guillermo Francos, han quebrado sectores opositores que se supusieron sólidos pero que, en realidad, mostraron sus enormes debilidades ante la ausencia de nombres representativos que les permitieran ser competidores con opciones positivas.
Solo un nombre parece comenzar a perfilarse, el de Jorge Macri, Jefe de la Ciudad, hoy una figura controversial para el gobierno mileista.
Estas alternativas también han llegado a las provincias y ya se vislumbran intentos de negociación en procura de frentes o coaliciones que les permitan tener chances en las intermedias del 2025 y consolidar fuerzas para el 2027, si apareciera un candidato potable.
A este “manejo” se han sumado nombres de muchos políticos que desde hace un tiempo han hecho trascender sus coincidencias con los mecanismos disruptivos del presidente Milei. En razón de ello hubo contactos privados, muy en secreto. Pero en todos se olvidan que siempre alguien que pretende saber más que el resto, habla.
Y bien dice el refrán popular: “El pez por la boca muere”.
También en estos desfasajes políticos habrá “motosierra”, desregulaciones seguidas de promesas a futuro, según lo que aporten, y el compromiso de apoyo para seguir instrumentando el ajuste que permita mantener el Superávit fiscal y el Déficit cero.
Esto significará -de poder lograrse- la estrategia que está en marcha: más desocupación, provincias más débiles y entregadas al poder central, la desaparición progresiva de Pymes que no encuentren una salida para combatir los efectos de la importación, entre otros factores que serán los lineamientos a cubrir en el presente año.
El 2025 promete ser un año difícil y aparece comprometida la paz social. Habrá que esperar y ver los resultados.
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