La ciudadanía esta inmersa en ese tenebroso juego, con características de laberinto, donde están presentes, casi en forma simultánea la verdad y la ficción como herramientas de estrategias políticas.
Muy pocos son aquellos que están en el círculo donde se manejan realidades dejando de lado el invento interesado y que se esgrime como mecanismo para alcanzar determinados objetivos.
De esas estrategias, el “triángulo de hierro”, sobre el que se asienta el verdadero poder del gobierno de Javier Milei, pretende eternizarse en el poder. Un mecanismo perverso donde el ser humano es un medio utilizable para alcanzar determinados fines.
Las promesas van y vienen como mercancía barata a través de la que llegan a convencer a un sector de la sociedad que esta “renegado” con el mundo en general, mostrando una rebeldía propia de los años juveniles donde todo se veía tortuoso, equivocado y se pretendía lograr el gran cambio.
Merced a esta actitud de sublevación contra todo aquello que era tradicional y respondía a fuentes educativas de muchas décadas y sobre las cuales se formalizaron la mayoría de los hogares argentinos, es que hoy estamos en un “laberinto” de certezas y falacias sin saber realmente donde estamos parados.
Javier Milei desarrolla su papel de histrionismo farandulesco con el cual pudo llegar al poder. Fundamentó todo su estructura en la “rebeldía”, en ver que todo aquello que se había con sumado en la estructura política nacional era una patraña, que todos pertenecían a un marco corrupto al que denominó “la casta”.
Ninguna duda que muchas cosas se deben haber hecho mal, en razón de ello se generaron los niveles de corruptela que alcanzó a sectores de la política nacional que no supo, no pudo o no quiso apartarse y mostrar que podíamos ser diferentes. Otros países del mundo lo hicieron y hoy constituyen poderosas fuerzas denominadas el primer mundo.
Pero no vale demasiado el tiempo que nos puede llevar pensar en tiempo pasado, la realidad del presente es el tema preocupante. Algunos no quieren ni pensar que el país se estructuró sobre un trípode normativo donde se conjugaban los poderes que harían grande y poderoso el país.
Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además bajo las normas de la Constitución Nacional en donde se fijaban los parámetros sobre los cuales debería moverse el poder y la sociedad.
Vemos como una victoria que se desconozcan las normas constitucionales. Se aprueba o por lo menos algunos lo hacen, que se nombren Jueces de la Corte Suprema en comisión, como si esa estructura fuera un club de fútbol y no el organismo rector de las conducta ciudadana y el contralor de funcionamiento de los otros poderes del Estado.
En el recorrido de la vida institucional de la Argentina, siempre se ha bregado por alcanzar, primero a superar el estado de desarrollo, para constituirnos tras varios siglos en un país emergente y teniendo como premisa alcanzar a ser parte de la organización mundial de los que pueden discutir de igual a igual su futuro.
En más de una oportunidad avanzamos y retrocedimos, así siempre estábamos en el mismo lugar.
Javier Milei en sus eufóricas disertaciones, orientadas bajo lineamientos de políticas liberales que en parte distorsiona con el sesgo libertario y anarcocapitalista que le ha dado a su presidencialismo, nos relató que haciendo desaparecer el “macro-Estado protector”, corrigiendo indicadores de la macro y micro economía y abriendo las puertas del “libre mercadismo” podíamos crecer y ser ejemplo en un mundo que nos observa, para ver como reaccionan los “cobayos” argentinos.
Mientras se hacen estos relatos, se generan las “nubes de humo” generadas por el gobierno con la intención de abandonar el tema urticante del criptogate que esta tomando dimensiones insospechadas, fundamentalmente porque la investigación se ha internacionalizado y Milei pretende evitar de cualquier manera el desgaste de su imagen de “líder liberal”.
Para mantener este lineamiento es que los argentinos hacemos equilibrio entre la verdad y la mentira o si lo prefiere entre el relato oficial y la realidad cotidiana que nos señala que este gobierno ha comenzado a parecerse a los que ya tuvimos.
Es una metodología que utiliza hábilmente el ámbito gubernamental de Javier Milei, aunque pese a los esfuerzos realizados la presunta estafa de la criptomoneda, que habría sido facilitada por los mensajes presidenciales, sigue en un escenario y ya esta fuera de los límites del país, donde el “triángulo de hierro” no tiene incidencia.
La Justicia estadounidense ha mostrado intenciones de profundizar la investigación y llegar al fondo de una situación que esta promovida por las denuncias de estafa a que fueron sometidos inversores extranjeros, sobre todo estadounidenses.
El tema conflictuará los contactos que se están procurando concretar, no solo con el FMI sino con el presidente Donald Trump, de quién pretende, el libertario Milei, lograr un acuerdo integral de “Libre Comercio” -situación que- aparentemente estaría orientada hacia el ámbito de inversiones, dejando lo otro para analizar a futuro.
El “juego” puede tener resultados negativos, todo dependerá de las responsabilidades que puedan adjudicarsele a los excesos de confianza del presidente Milei.
Las verdades y las mentiras utilizadas como herramientas políticas, pueden ser el camino al fracaso.
Como dice un conocido periodista porteño: “Escuchen el viento...”
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