MARTES 28 de Enero de 2025
 
 
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El país es un embrollo político...

Más allá que se esfuercen por pretender demostrar que tienen todos los “hilos” de la maraña política nacional en sus manos y que dominan todas las circunstanciales diferencias que se van presentando, la realidad demuestra a diario que es un “buen relato”, bien contado, pero con muchas inconsistencias.

Cuando hablamos de lío, maraña, follón, barullo, revoltijo, confusión, desorden, enredo, embuste, invención, bola, bulo, mentira, nos referimos a las diferentes interpretaciones con las que, procurando algún sinónimo, podemos tener un panorama cierto de cómo manejan las situaciones los sectores de la política que procuran “acordar” para alcanzar poder, pero engañándose mutuamente.

Para el caso vale citar los encuentros y desencuentros del presidente libertario Javier Milei y del presidente del PRO, Mauricio Macri. Algo los identifica: se necesitan mutuamente.

El titular del Poder Ejecutivo sin las fuerzas “proistas” está excesivamente debilitado para alcanzar, legislativamente, los votos necesarios que habiliten la aprobación de sus proyectos de ley a través de los cuales impone las normas futuras de un gobierno disruptivo, pero que a él le ha dado -hasta ahora -resultados positivos.
En el caso del ex presidente y actual conductor de los “amarillos”, para establecer condicionamientos no le alcanza, requiere del ala del poder gubernamental. 

Uno de los errores de la clase política, no importa si son casta, aprendices, novatos en las lides de la política, es hacer caso omiso de cuáles son sus límites. Les sobra autovaloración, les falta crítica personal para ubicarse en el andarivel que corresponde.

Podríamos decir que es un defecto de la mayoría de los seres humanos. Nos sobra soberbia, nos falta humildad y ese aspecto nos resta posibilidades de comprender al otro, admitir que puede cometer errores y saber aceptarlos para lograr los fundamentos de una sana convivencia ciudadana.

Las acciones de la política instrumentada por el presidente Javier Milei está signada por alguno de los sinónimos de “embrollo”. Naturalmente que al libertario le sirve y la aplica con sutiles cambios que van horadando la integralidad de los sectores que en algún momento se habían erigido como posibles opositores dialoguistas, pero buscando beneficios.

En cualquier caso, es evidente que los mecanismos instrumentados por el liberal-anarcocapitalista presidente argentino Javier Milei le permiten alcanzar metas que su debilitada fuerza partidaria está imposibilitada de hacerlo per sé.

Hoy puede apreciarse con notoria claridad que el libertario se ha convertido en un gran observador de los sectores políticos que lo rodean, opositores dialoguistas, opositores negociadores y ultra opositores que no transan con nada y ve cómo sus políticas disruptivas han deteriorado la confianza -si es que existía- internamente en cada área política.

Se podría decir que la atomización es un proceso abarcativo, que no hace distinciones y solo quedan exceptuados -por ahora- los integrantes del “triángulo del poder” liberal, aunque es difícil predecir hasta cuándo.

Javier Milei se ha convertido en un hacedor de grietas de las que naturalmente él saca beneficios.

Romper está en sus genes y arma mentalmente las acciones que generan en sectores adversarios las tensiones que terminan por romper -si alguna vez existió- el armado de un equipo, identificado ideológicamente, pero que el presidente libertario separa con ofertas, acuerdos y promesas que, presumiblemente, no cumpla.

Hoy aparecen en el escenario de La Libertad Avanza personajes que sin tener formación política muestran una notable audacia frente a los medios que los favorecen manifestando y reflexionando como si supieran, y provocando enfrentamientos internos innecesarios. 

Pero al Presidente y la Secretaria General de la Presidencia les sirve para molestar, inquietar y marcar ciertos límites, sin importar demasiado que convierten a la política en un revoltijo “maloliente”.

En este ámbito donde prima la confusión, ha comenzado a materializarse una figura -Victoria Villaruel- que viene precedida de un fuerte respaldo. Consolidó un acuerdo con Milei para acompañarlo en la fórmula, pero en su mente elabora una futura candidatura, basada en su formación y la tendencia liberal-centrista-militarista. 

Los dichos de la legisladora Lilia Lemoine son categóricos y reafirman esa presunción que ya muchos analistas estudian. Calificarla como “la peor vicepresidente de la historia” -refiriéndose a la vice presidenta- y sostener que es: “Peor que el Chacho. Porque el Chacho (Carlos Álvarez, ex vicepresidente) no llegó colgado de las bolas de De la Rúa”, resulta poco elegante, nada femenino y demostrando conocer poco de la historia política argentina.

Todo está en el horno. El maestro panadero pareciera ser el presidente Javier Milei. Lo que se cocina nadie lo sabe a ciencia cierta, salvo los paradigmas presidenciales.

La pelea política recién empieza. La subestimación puede ser un grueso error de confianza. Este juego con otros protagonistas ya lo vimos. 

Habrá que esperar los resultados.
 

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