Cuántas veces a lo largo de esta vida hemos sentido esta expresión que pretende enseñarnos que debemos dejar de lado el orgullo, el ego y la soberbia para con humildad aceptar que los que han cumplido muchos años han logrado experiencia suficiente como para dar sabios consejos.
Este es el caso del expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, hoy enfrentando una severa dolencia, pero más allá de la gravedad de la misma sigue siendo un referente para gran parte del cono sur, en especial los países limítrofes y aquellos con los cuales se mantienen relaciones comerciales.
Un analista sin “pelos en la lengua”, pese que a muchos pueda disgustarles, dice lo que piensa y rara vez se equivoca. En las antípodas del pensamiento liberal y por supuesto de la gestión libertaria con una rara mezcla de anarcocapitalismo, no se priva de manifestarse cuando el periodismo, sabiendo de su agudeza de juicios, le pregunta por determinados personajes de la política en general.
En lo concerniente a la Argentina, sigue sosteniendo que hay cosas que Javier Milei está haciendo bien, pero con otras no coincide. En relación a la reaparición -en un escenario preparado de exprofeso por el oficialismo-, vuelve a estar en el candelero político la figura de Cristina Fernández de Kirchner, persona que siempre mereció la reprobación del político uruguayo, quién manifestó no estar para nada de acuerdo.
En esta oportunidad, ante la pregunta puntual sobre la ex presidenta y ex vice presidenta argentina dijo: “La vieja Kirchner está al frente del peronismo jodiendo, en lugar de dejar a las nuevas generaciones; ¡cómo le cuesta largar el pastel!”.
En una entrevista con la agencia AFP, el veterano dirigente centralizó su visión en el retroceso democrático y el autoritarismo que observa en la región, y en la falta de renovación generacional en la política. Nada alejado de la realidad que se está viviendo. Quienes hoy ocupan lugares de poder se sienten poco menos que “dioses” y miran el futuro pensando en su eternidad dirigencial.
Las críticas alcanzaron a varios líderes y gobiernos de América Latina, entre los que incluyó a Cristina Kirchner, Nicolás Maduro y Evo Morales. Mujica meditó sobre el autoritarismo en América Latina: “Es un paso atrás. Lo vivimos históricamente cuando Estados Unidos se metía en todos lados”, agregando que “hay que reconocer que ahora son las propias naciones de la región las que están cometiendo errores preocupantes, poniendo en riesgo sus democracias”.
Tuvo varias definiciones, pero una de las últimas estuvo referida al acuerdo Mercosur-UE que se negaría a firmar el presidente argentino Javier Milei, siendo coincidente con la determinación del presidente francés Emmanuel Macron, entendiendo que está fuertemente presionado por los campesinos franceses que dominan la cultura francesa.
Y de darse esta contingencia, según explico el ex presidente uruguayo, se produciría que cuatro países del bloque sudamericano aumentaran sus cuotas de entrada a la UE de carne vacuna, avícola y porcina, así como de miel, azúcar y otros productos, gravitando negativamente en la producción europea. El juicio final de José Mujica fue: “Si fuera francés estaría del lado de los agricultores, pero no lo soy”. Salvando esta contingencia que se definirá entre el 5 y 6 de diciembre, fecha en que se realizará la 65º reunión Cumbre del Mercosur durante la cual sería nombrado presidente pro tempore Javier Milei, las cuestiones parecen estar decididas.
Mientras que en Argentina las alternativas de un final de año “caliente” y un principio de 2025 con innumerables puntos a resolver parece un gran escenario donde todo se mezcla, nada aparece con claridad y llama poderosamente la atención el silencio social.
La frustración de los últimos encuentros legislativos puso en evidencia que los internismos están en primer plano. El año que se inicia marca el comienzo de la etapa de preparación de elecciones intermedias primero y una formal preparación de los cuadros partidarios, para enfrentar el 2027.
Los “veteranos” sostienen que el éxito logrado en determinados aspectos del gobierno liberal, sumado a las operaciones atomizantes hacia sus ponentes, les estaría dando resultados y un exceso de confianza, situación -en este caso- donde se percibe que las debilidades legislativas están creciendo, puede resultar una frustración de los objetivos que se persiguen en torno a las decisiones en las cuales los diputados y senadores tienen, por ahora, el poder.
Un conocido y prestigioso analista internacional, tras elogiar aspectos de los logros mileistas, vaticinó que aún le queda el terreno más difícil para sortear y que los “excesos de confianza” y la “subestimación” han derrumbado muchos gobiernos que parecían fuertes y sólidos.
Un conocido periodista siempre dice: “Hay que escuchar el viento”... Procurando dejar en claro que “el árbol no debe tapar el bosque”.
La realidad se impone a la multiplicidad de relatos, todos intencionados y procurando encontrar las grietas por donde filtrarse y no perder poder.
Los experimentados políticamente sostienen que hoy, desde el bagaje de experiencia que le han dado los años y la actividad desplegada, la Argentina se enfrenta no solo a un cambio interno sino a los efectos de la transformación que se percibe en el todo el mundo.
No solo al viento hay que sentir, sino que debe prestarse atención y tomar en cuenta la experiencia de quienes solo procuran evitar fracasos y reiteración de errores.
Javier Milei transita el proceso de un cambio, en que deberá incorporar a los argentinos. El gran interrogante es: ¿Podrá hacerlo, sin escuchar a la sociedad en su conjunto?
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