Habrá quienes digan con buen criterio: Todo depende de a quién escuches o veas. En realidad serían los más sensatos, porque cuando uno observa las informaciones que recogen medios capitalinos procedentes de las múltiples encuestas de opinión que se realizan, encuentra definiciones para todos los gustos.
Milei insulta y para algunos está bien, dicen: “él es así”, y otros lo critican por mostrar una arista de la violencia que conllevan sus mensajes. El presidente queda enredado en una “posible estafa” en el manejo turbio de la criptomoneda y rápidamente se comenzó a producir humo, había que desviar la atención.
Para lograr este objetivo que complicaba seriamente al “triángulo de hierro”, fundamentalmente dañaba la imagen de la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, que está en plena campaña para establecer una base electoral en todo el país con LLA.
En alguna medida, las estrategias montadas fueron distractivas y no solo los medios sino la comunidad dejó de pensar que con Javier Milei y compañía, solamente se cambiaron los modos, porque los vicios de la “casta corrupta” están presentes.
Les vinieron como “anillo al dedo” los sucesos ocurridos durante la marcha de los jubilados, donde el respaldo de las agrupaciones de clubes, conocidas como los “barras bravas”, desafiaron a las normativas de avances callejeros y hubo una batalla campal, con un herido grave. Con 114 detenidos que ya gozan de libertad.
Todo lo acaecido en una mala y criticable jornada, en la cual los jubilados pretendían hacerse oír y reclamar por soluciones para lograr una estabilidad económica, que hoy no tienen.
Hay quienes dicen que lo sucedido fue programado por el mismo aparato estatal y ese comentario mereció tratamiento en programas televisivos, redes sociales y algún que otro medio periodístico.
La “guerra” privada que tiene establecida la ministra de Seguridad de Nación y determinados y muy puntuales grupos sociales es una realidad que ya nadie discute.
Las amenazas y los gestos de poder que intenta imitar Patricia Bullrich del presidente libertario, no alcanzan a convencer, salvo a un grupo de “abonados” al escenario troll que este gobierno tiene montado para denostar, criticar, efectuar carpetazos y desacreditar a quienes se atreven a cuestionar las acciones del gobierno mileista.
A estos aspectos hay que sumarle la continuidad del plan regulador y achicamiento del Estado que pergeña Federico Sturzenegger y las recientes medidas económicas, dadas a conocer por Luis “Toto” Caputo, eliminando y rebajando aranceles de importación en productos como ropa y calzado. Todas señales que el objetivo “motosierra”, achique y ajuste, permanecen en el escenario principal del futuro argentino.
Las acciones que los consultores políticos y encuestadores nacionales van evaluando, atento a medir el “humor social”, qué alcances tiene y si repercute en la imagen del gobierno de Javier Milei, tienen marcadas diferencias.
Esto hace que resulte una proeza saber quién, elaborando cuestionarios adecuados a la realidad, recogen las respuestas en forma genuina sin hacerles una interpretación personal y/o interesada.
Que su imagen cae, no hace falta mirar los indicadores de las encuestas. Si esto puede significar un tropiezo en las aspiraciones de seguir liderando el gobierno nacional, difícil establecerlo, atento a la ausencia de un escenario opositor que ofrezca mejores opciones.
Todo estaría indicando que una parte de la sociedad que le respondió con su voto, porque eligió salir del “espanto” que le provocaba una reiteración del gobierno presente hasta ese momento, ha comenzado a dudar, ya no tiene tanta esperanza y la confianza a las promesas del cambio que prometía el extremo liberalismo, han comenzado a decaer.
Los enemigos del presidente liberal-libertario-anarcocapitalista van aumentando y ese era un riesgo del cual Javier Milei fue advertido por muchos que integraron sus equipos y luego fueron desechados por no prestarse a ser esclavos de una idea que consideraban equivocada.
Al no tener un escenario opositor que plantee una transformación política, consolidando la presencia del Estado, como órgano rector, y aparezcan nombres nuevos que ofrezcan otras alternativas a las extremas del liberalismo, todo será una gran incógnita.
Ese es el campo de juego que pretende mantener Javier Milei. A eso responden las estrategias de hoy: enfrentar a Cristina Fernández de Kirchner; a convalidar que Sergio Massa vuelva al ruedo y de alguna manera alimente esa alternativa que ya conoce; o poner en el escenario de conflictos al gobernador de la provincia de Buenos Aires, otra figura que no marca un posicionamiento fuerte en el consenso nacional. Es un juego perverso y peligroso subestimar. Pero por ahora a Milei le da resultados.
Un conocido y prestigioso consultor político, señalaba que hay que buscar la renovación. Recalcaba: “Hay que salir de lo conocido y fracasado, para establecer nuevos parámetros de la política que convenzan a la ciudadanía”.
Tal vez estén en el interior del país nuevas generaciones de políticos con otra concepción más centralista, que logren conciliar a todas las fuerzas en aras de cambiar, buscando el crecimiento y futuro que hoy están muy lejos de la Argentina.
Milei puede estar cayendo, eso es realidad. Pero sin nada enfrente que mejore el escenario nacional, la sociedad seguirá apostando al cambio y ratificando -aunque no esté muy convencida- a los que están.
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