El mundo moderno, fundamentalmente el más avanzado en cuestiones tecnológicas, ha comenzado a instrumentar mecanismos que puedan utilizarse como controles de las aplicaciones de la robotización y el desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Para una variedad de analistas del comportamiento de las estructuras sociales y del trabajo, la IA no puede considerarse un enemigo de las sociedades donde más se está desarrollando, sino un respaldo para la formación integral del ser humano.
Es de difícil comprensión y mucho más en los países emergentes, en los que aún no se ha completado el efecto del poder mediático de las redes sociales, las contingencias del streaming, la instrumentación de la robotización computarizada y en algunos ámbitos ya han comenzado a probar los efectos de la Inteligencia Artificial.
Todos estos nuevos adelantos, que van postergando grupos etáreos a los cuales les cuesta llegar -en su mayoría- a interpretarlos y naturalmente están muy limitados en sus manejos, deben ser adecuadamente explicados para evitar que se los mire como el futuro reemplazo de la función laboral humana.
Es evidente que algunos sectores se verán más afectados que otros, pero el futuro apunta a las grandes empresas, núcleos industriales, comerciales, empresarios, y ha irrumpido en los ámbitos financieros, a través de los cuales se han podido establecer puntos de relación y negociación con todos los países del mundo, operando de acuerdo a las diferencias horarias pero permitiendo hacerlo fuera de esa limitación.
Un reciente estudio de McKinsey, según recoge de Fintech Américas destaca que 3 de cada 4 ejecutivos anticipan que la IA provocará cambios disruptivos en sus industrias en los próximos tres años. En el sector financiero, esta innovadora tecnología tiene un potencial ilimitado para aumentar la productividad, transformar las experiencias de los clientes y abrir nuevas fuentes de ingresos para los bancos.
En el 2016, un robot diseñado para competir en el complejo juego de Go, fue capaz de vencer, por 100 partidas a cero, al campeón mundial. Lo más sorprendente de este robot, AlphaGo Zero, es que adquirió el conocimiento mediante un método conocido como Reinforement learning donde no se necesita aprender a partir de comportamientos humanos, sino que es capaz de generar conocimiento desde cero.
Fundamentalmente, fue creada “la inteligencia artificial (IA) como un campo de la informática que se enfoca en sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción”.
Esto claramente indica que la fuerza laboral humana deberá comenzar a pensar en concretar formalmente una adecuación de sus capacidades a los efectos de convertirse en un operador de la IA y no ser un ejecutor de aquello que el mecanismo tecnológico le señala realizar.
Los avances logrados en tan breve tiempo están determinando que: En la Inteligencia Artificial (IA) se combinen algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que todavía nos resulta -en parte del planeta- lejana y misteriosa, pero que desde hace unos años, cada vez adquiere más presencia en nuestro día a día y a toda hora.
El gran interrogante es: ¿Para qué fue creada la inteligencia artificial (IA)? Dadas sus características se evidencia como un conjunto de tecnologías que permiten que las computadoras realicen una variedad de funciones avanzadas, incluida la capacidad de ver, comprender y traducir lenguaje hablado y escrito, analizar datos, hacer recomendaciones y mucho más. Está claro que en ninguna de sus facetas y posibilidades es una herramienta que reemplaza a la mano de obra humana.
Pero se señala que sin formación adecuada al ciudadano/ciudadana de a pie le resultará muy difícil acceder. Ya sucedió con el explosivo avance de redes sociales, streaming, páginas web, y las innovaciones tecnológicas cuyas demandas procuran hacer más fácil el desarrollo social, comercial y financiero.
Según un estudio reciente hay 10 desventajas de la inteligencia artificial a tener en cuenta: Desplazamiento de empleo; sesgo algorítmico; falta de empatía; menor privacidad; dependencia tecnológica; desafíos éticos; posibilidad de ataques cibernéticos. Cuestiones que se resuelven a través de un adecuado mecanismo de aprendizaje.
El mundo se acomplejiza cada día más. Es evidente que los temas inherentes del desarrollo humano crecen exponencialmente y no acompañarlos es pasar a constituir una capa social postergada, sin futuro.
La realidad indica que la Inteligencia Artificial no constituye el enemigo, sino que la actitud del ser humano no comparece con los adelantos tecnológicos y que de no acompañarlos será el objeto de la postergación del sector del trabajo que no se adapte al cambio.
Un formidable respaldo para la generaciones futuras. Hay que comenzar la adaptación a los nuevos cambios que plantea el mundo.
Escriba su comentario