SÁBADO 07 de Septiembre de 2024
 
 
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La Pampa siente el ajuste

Era de esperar que, más temprano que tarde, las acciones que el gobierno nacional a puesto en marcha, intentando mantener “Déficit cero” y mantener el control fiscal, provocaría desajustes en los Estados provinciales que, ante la falta de financiamientos diversos, debieran apelar a recortes internos para alcanzar eficiencia en sus economías regionales.

Ya se había hecho notorio en La Pampa el cierre de innumerables comercios, especialmente de la zona céntrica piquense, similar a lo ocurrido en Santa Rosa, donde no bastaron las medidas de acotar gastos y comenzaron con achicar plantas laborales; hasta que acuciado por los compromisos impositivos, aumentos exponenciales de los servicios y fundamentalmente los nuevos montos que se fijaron a los alquileres, detonaran y decidieran el cierre y la búsqueda de otras opciones.

Los desajustes continúan jugando un papel preponderante los reclamos salariales, dado que el alza de los precios ha superado -en algunos casos holgadamente- los ingresos, que no han seguido el mismo ritmo.

Un tema candente, donde todos tienen razón, los que piden para nivelar sus salarios con los costos de la canasta básica y quienes sostienen que no pueden responder positivamente por la merma ostensible de lo que producen y o comercializan.

En los últimos días se comenzaron a registrar los movimientos de los trabajadores que entienden no se les da respuesta a sus reclamos y en las últimas horas, en defensa de las fuentes laborales, dado que el sector empleador ha comenzado a prescindir de mano de obra, con despidos que se multiplican en un claro intento por achicar “masas salariales” y poder hacer frente a los valores que piden los dirigentes en mesas paritarias.

Un cuello de botella del cual pareciera sería muy difícil salir para encontrar soluciones. Quienes reclaman sostienen que deben procurarse recortes que permitan satisfacer las exigencias monetarias.

La otra campana señala los efectos del recorte sufrido, la baja del consumo, el alza de precios, la liberación paulatina de servicios, que genera un agotamiento de los recursos disponibles y evita se puedan conciliar ambas posiciones.

Es una cuestión indiscutible cuando se esgrime el criterio de estar en el camino de lo correcto. Se dice que: “Tener razón es no equivocar a nadie y no equivocarte tú mismo, o ESTAR EN LA REALIDAD y no estar en la antirealidad para asumir los reales problemas de una vez”.

Asistimos a las controversiales paritarias, donde los sectores patronales y trabajadores, esgrimen los diferentes criterios que los animan en los reclamos, normalmente salariales, y que en circunstancias difíciles como las que atraviesa el país, se convierten en un dilema que cuesta resolver.

Los precios de consumos esenciales, que contempla: alimentación, educación, salud, vestimenta, crecimiento exponencial del costo de los servicio, luz, gas, agua, entre otros, van tornando muy dificultoso afrontarlos sin tener que recurrir a los “recortes” de aquello que puede considerarse prescindible.

Del otro lado de la mesa se ubica la denominada “patronal”, cuyos criterios difieren de los que sustentan los representantes de los empleados. Tienen una doble responsabilidad, ver como compatibilizan aquello que legítimamente piden, con los recursos que disponen.

Sabido es que, la medidas transformadoras de las economías, tanto nacional como regionales, han producido un notable recorte en los ingresos de cualquier naturaleza que sea; porque todo se maneja por los indicadores que marcan el ritmo de los precios: inflación y dólar; ambos diferentes en su concepción, pero con efectos similares son los deteriorantes de las relaciones patronales-trabajadores.

Las desinteligencias que en realidad no son tales, sino que defienden parámetros diferentes en lo que se refiere a la concepción de la economía, lleva a que los sectores del trabajo, utilizando las herramientas legales que les permite la norma, apelan al paro, como una medida que se siente coercitiva, cuando del otro lado argumentan que: “más no se puede”.

Es un callejón sin salida, donde todos tienen sus razones, más o menos valederas, pero las fundamentan y aparecen como una realidad que se traduce en una reflexión: “Es la economía del país”. Es la consecuencia de una reformulación y cambio de las políticas que surgen del Estado Nacional gobernante, donde el criterio pareciera ser: “Sálvese quien tenga o pueda”.

Hasta hace unos meses atrás la provincia de La Pampa, venía sorteando estos desfasajes apelando a los denominados “fondos anticiclicos”, que si no se reponen en tiempo y forma era previsible que se agotaran. El severo recorte de los recursos nacionales, han sido causal de las medidas asumidas por el área económica para poder mantener servicios esenciales y pagos de salarios.

Este proceso producto de un gobierno nacional con el objetivo reducir sistemáticamente el Estado y dejar todo librado a la libertad de mercado y a la autogestion provincial señala un camino que -hasta ahora- solo muestra que nada se regulariza.

Hoy el futuro no existe y los escenarios son todos de conflicto social y económico.

Lo lamentable es la ausencia de soluciones y el agravamiento del problema.

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