LUNES 31 de Marzo de 2025
 
 
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La subestimación es una visión errónea...

Siempre que entre los seres humanos procuramos disminuir los efectos positivos del otro, fundamentalmente cuando nos hace notar nuestros posibles errores, apelamos a la subestimación, que tiene varios escenarios degradantes.

Uno de los grandes errores que se cometen en la vida es subestimar a alguien. Lo mismo -y es habitual que suceda- en política, pues hay quienes minimizan al adversario y a su organización.

Estos signos obedecen a varios factores y uno de ellos tiene profundas connotaciones psicológicas en lo relacionado al comportamiento humano, es cuando se siente que apelar a este recurso o los emergentes de la minusvaloración del otro nos coloca en posición favorable.

La estrategia es utilizada comúnmente en el manejo de la cosa pública de las acciones en los Poderes del Estado, cuando se pretende menospreciar alguna acción que puede resultar positiva.

Para algunos estudios psicológicos que se centralizan en los comportamientos sociales, no siempre resulta positivo subvalorar al oponente porque eso demuestra que existe un temor real hacia el potencial de la persona que pretendemos subestimar.

Se ve cotidianamente, y es parte del andamiaje estratégico de la clase política, a veces con razones y fundamentos reales, otras fabricando historias alrededor de antecedentes que hacen a su desempeño en la vida pública; van elaborando y fabulando historias que pueden denostar al oponente.

Nadie puede asegurar que esa metodología pueda dar resultados positivos. La realidad ha demostrado -por lo menos en algunos casos conocidos- que operan contrariamente al objetivo buscado y del rechazo de la ciudadanía lentamente vuelven a colocarlo en el escenario de la consideración pública.

Si apelamos a la memoria reciente, el expresidente Mauricio Macri, cometió un error extremadamente gravitante cuando se pretende hacer política de futuro. Ante la necesidad de contar con un adversario a quien suponía podía ganarle, con ánimo de minusvalorarlo/la, comenzó a criticarlo/criticarla, brindándole la oportunidad de colocarse en el escenario central.

El presidente del PRO vio en Cristina Fernández de Kirchner, retirada de la actividad política por el voto de la gente, una situación que le permitió a él ser presidente, la reactualizó y le dio la oportunidad de corregir errores, suceso que le permitió que a su núcleo duro sumara aquellos que estaban en duda ante un gobierno dubitativo que no hacía pié, como fue Juntos por el Cambio.

Cómo terminó la historia, fue nuevamente gobierno y puso al “sumiso” y muy limitado Alberto Fernández, quien por sus continuos errores provocó la caída que llevó a Javier Milei al poder.

Hoy pareciera que han comenzado a escribirse capítulos similares y el presidente liberal-libertario-anarcocapitalista cuyo poderío ha comenzado a deteriorarse y, si bien mantiene diferencias sustanciales con otros sectores políticos, su caída no se detiene y busca un oponente contra quien recuperar la credibilidad, que hoy pareciera muy debilitada.

Es allí donde aparece Cristina Fernández de Kirchner. Él la sube al escenario, como la rival, suponiéndola debilitada, deslucida, solo con apoyo de su núcleo duro, pero sin posibilidades ciertas de recuperar una posición. La realidad indica que le brindó la chance de volver al ruedo y que ya muchos consultores se preguntan: ¿Podrá volver?.

Nadie pone en duda que la ex presidenta, y vice en su último gobierno, es un poderoso “cuerpo político” que goza de un apoyo que, puntos más puntos menos, oscila entre un 25 al 30 por ciento, que son sus votantes fieles. Cifra nada despreciable, si se tiene en cuenta que hace apenas un año y meses la ciudadanía le dio la espalda con el voto y eligió un cambio totalmente desconocido y parecía destinada al ostracismo político.

Se la vió en una charla en un ámbito de la UBA, fuerte en su dialéctica, seguida por la concurrencia de mucha gente joven y naturalmente los de siempre, centrando sus palabras, que se extendieron a lo largo de casi hora y media, en analizar el futuro de la educación en la Argentina.

También hizo referencias a determinados episodios en los cuales la figura presidencial ha sido protagonista preponderante.

Aristas que tocadas al pasar hicieron blanco en un hito de corrupción: a un manejo de achique y ajuste que castiga a los que menos tienen y a la ausencia de un programa de gobierno que pueda ser evaluado por el Poder Legislativo, donde aún no fue aprobado el Presupuesto Nacional del corriente año.

Todo el andamiaje que se debe montar para alcanzar una estructura sólida en lo político, debe tener en cuenta que no existen oponentes chicos, hay quienes hacen de las debilidades ajenas su mejor fortaleza y una de ellas es la subestimación.

Un avezado hombre de la política sostenía que nunca deben subestimarse apetencias políticas de aquellos a los que se ve débiles. Las fortalezas aparecen en la medida que quienes tienen el poder los centralizan y eligen por considerarlos vulnerables y no riesgosos para sus objetivos.

Ese error le costó el gobierno al ex presidente Mauricio Macri. Hoy, Javier Milei está recorriendo un camino similar y pretende poner en el escenario a quien considera olvidada por la sociedad.

Esa confianza puede depararle un enorme disgusto. Nadie es vencido hasta que no se termina la guerra.

La respuesta la tiene la sociedad.

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