Es contagioso el paradigma del presidente Javier Milei, que llegó al poder para concretar los cambios necesarios para la reformulación de una nueva Argentina.
Ese fenómeno de reformar está llegando con fuerza a los medios de comunicación en general y ha irrumpido fuertemente en sectores políticos centenarios, como es el caso del radicalismo y de los más nuevos, caso del PRO.
Y afirmamos que es contaminante porque esas variables se están dando en todos los sectores que -de alguna manera- configuraron sus proyectos de vida jugándose por determinadas líneas de la política nacional y hoy, que ven sin retorno sus acciones personales por un desgaste natural, pretenden salir del “fuego” y buscan otros horizontes más conciliadores, o donde puedan manejar parámetros no tan comprometidos.
Siempre ha sido en torno a los medios de comunicación, y sectores políticos de “tibia” oposición, sea cual fuere su forma, tipo y características, ligarse con el poder en procura de alcanzar objetivos, que no escapan a la necesidad de “ganar más” y, de esta manera, ya sea a través de pautas u otras concesiones, mantener estructuras poderosas con nombres que resulten atractivos a la sociedad.
El devenir del presidente libertario Javier Milei dio lugar -por su forma de actuar- a la conformación de los que están a favor y enfrente los que están decididamente en la contra.
Alguien muy vinculado a los medios y con profundo conocimiento de los ámbitos de la política dijo: “Ni Milei ni los componentes del ‘triángulo de hierro’, admiten los ‘tibios’. Si bien no fue debidamente aclarado, ni explicado quiénes son los ‘calientes’, se suponía que denostar, criticar, insultar a diestra y siniestra, transformar la información en un medio de opinión ideologizada, podía consustanciarse con esa terminología”.
Nadie puede decir ni pensar -Milei no lo permite-. Presuponer que el presidente argentino es un “tibio” es un grueso error. En realidad es un “caliente”, en el marco de sus estrategias y planificaciones en donde siempre tiene que ganar, sin importar los daños. Solo valen éxitos logrados.
Se están dando transformaciones que señalan egos, pero que procuran, fundamentalmente, asegurarse cargos y ubicaciones políticas del lado de Javier Milei, así tengan que entregar sus dignidades personales y mostrar su desmedida ambición por seguir prendidos a la “teta del oficialismo”. Lo mismo ocurre en parte del periodismo nacional.
Eso ocurrió con el atomizado sector del radicalismo que abandonó decididamente su pertenencia y hoy son de quien mejor oferte. Lamentable, pero una cruda realidad que habla claramente de los efectos contundentes de la política disruptiva que ejerce el líder libertario.
El 2025 arranca con muchos cambios en diferentes medios y sectores que, durante el año que se está despidiendo, fueron atractivos, porque conjugaron todos los pensamientos políticos: oficialismo a morir, oposición dialoguista, sumisa y entreguista y enconados opositores que ven todo mal.
Hoy realmente es es un escenario donde todo se mezcla y ya no se sabe quiénes son los “buenos”...
Pero todo tiene un fin. El agotamiento de estar siempre de un solo lado entregando sus propios principios, que algunas veces procuraron defenderlos, eso sí muy tibiamente, señala la culminación de un proceso donde políticos opositores y periodistas “variopintos” terminaron en “patota” buscando mantener su status.
Todo este movimiento, aunque lo nieguen, lo provocó Javier Milei. La acción del “triángulo de hierro” y los mandatos de los “trolls” del oficialismo que están ocupando un lugar de preponderancia en el escenario de la futura transformación de La Libertad Avanza, en un Partido Nacional, que por ahora se sabe mantendrá los colores, lo imponen cada vez más. Habrá que ver si puede mantener su “virginidad”.
Alguien sostuvo: eso es el arte del liberalismo a full. Cada cual opta por lo que quiere y si se equivoca, puede cambiar de camiseta y en vez de la Marsellesa, cantar el Himno de los EEUU o el de Italia.
No interesa demasiado si lo que se produce es un cambio que los coloca en la orilla que comanda el “líder” Milei o el otro donde se ubican los enemigos. Una realidad difícil de entender. Es como manejar la doble moral, donde pesa demasiado la cuestión económica y los celos profesionales.
La realidad indica que Javier Milei está decidido a ser el único y quienes pretenden mantener parte del poder se olviden de sus propósitos porque o aceptan jugar de “segundones” o tendrán que confrontar.
En 2025, los porteños probablemente tendrán que votar en dos fechas distintas. Si no hay un abrupto cambio de planes o una negociación entre el PRO y La Libertad Avanza, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, se dispone a anunciar un nuevo esquema electoral. La gran pregunta es: ¿Está enfrentando el poder mileista, o busca el camino de convenir futuro?
De concretar este objetivo, que también estaría siendo alentado por varios gobernadores que pretenden seguir siendo “dueños de sus territorios”, el año próximo se constituirá -de no haber acuerdos y negociaciones- en escenario de profundos enfrentamientos sectoriales.
Cambios habrá. Esto nadie lo pone en duda. Los resultados, son las grandes incógnitas.
Los argentinos seguiremos esperando para tener un panorama claro del futuro.
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