De las habituales “chicanas”, dimes y diretes, habituales están pasando a desafíos encubiertos -o no tanto- por caso las manifestaciones del Jefe de Gabinete Guillermo Franco quien manifestara que no existen -por ahora- acuerdos y que en CABA el PRO y LLA irían separados, aludiendo a una conocida frase: “En la cancha se ven los pingos”.

Era de esperar que esta situación comenzara a darse en un escenario nacional plagado de conflictos, atento a la inexistencia de fortalezas partidarias que brinden seguridades a quienes prohijan determinados signos.

Esta situación no gira solo alrededor de CABA y AMBA, en sus ásperas relaciones con el Gobierno Nacional, también se vislumbran diferentes confrontaciones en los Estados Provinciales, donde se están jugando, en algunas, oportunidades, dada la culminación de mandatos y no pueden repetir. En otras circunstancias, quienes cumplen una etapa y pretenden repetir o aspiran otros lugares de poder.

Con simultaneidad de lo conocido, aparece, aspirando a tener fuerza como Partido Nacional, La Libertad Avanza, de la mano de su presidenta Karina Milei, hermana del presidente libertario y actualmente Secretaria General de Presidencia y una de las voces con mayor poder en el “triángulo de hierro”.

Varias provincias han sido elegidas como punto de partida dadas las afinidades que existen con las actuales autoridades provinciales, en las cuales han encontrado respaldo para conformar su fuerza, que en estos casos puede estar amalgamada con los sectores locales.

Se percibe notoriamente la ausencia de conductores, dirigentes formados que orienten y propongan armados coherentes. En razón de ello las disputas propias han alcanzado niveles impensados alentando esto la conformación de varios frentes que se supone, de no conciliar, deberán confrontar internamente.

Mientras estas alternativas se van desarrollando, Javier Milei junto a Federico Sturzenegger y Luis “Toto” Caputo siguen con su planificada regulación, reformulación del Estado, procurando alcanzar respuesta para las necesidades financieras que ya han comenzado a tener grietas y necesitan sellarlas antes que se conviertan en aluvionales exigencias que pongan en riesgo el Superávit Fiscal y el Déficit Cero.

La ratificación a través de un decreto presidencial de darle continuidad al presupuesto 2023, ante los inconvenientes legislativos que no hicieron lugar a la aprobación de la norma presupuestaria para cumplir en el 2025, abre una serie de posibilidades al gobierno y provoca zozobra y muchas dudas en los ámbitos provinciales.

El manejo indiscriminado de las decisiones gubernamentales cedidas por el otorgamiento de las Facultades Delegadas, normativa que se extenderá por varios meses más, sumados al manejo de todas las partidas consignadas en la extensión presupuestaria, ha generado mucha preocupación en todo aquello que depende de recursos nacionales.

Esta columna sostuvo en una de sus entregas que era notorio el interés del gobierno de Javier MIei para que no se aprobara el nuevo presupuesto. La extensión lo habilita a desarrollar un manejo personalizado y sin obligaciones, a excepción de mantener los paradigmas esenciales: Superávit Fiscal y Déficit cero.

Esto hace presumir que el 2025 será un año tormentoso, con muchos quebrantos y un profundo debilitamiento de las economías regionales, no todas, porque algunos Estados provinciales han convenido y negociado el poder local por plata; aunque con las estrategias del presidente Milei, es difícil calcular que lo prometido se cumpla si amenaza algunos de sus parámetros gubernamentales.

El horizonte no es claro ni se avizoran mejoras. Por el contrario, todo hace pensar que a la imposición disruptiva ahora se le suma la necesidad de ganar poder legislativo y eso lo obtendría si logra imponerse en las elecciones de medio término.

Como dice el refrán: “Habrá que poner las barbas en remojo” para enfrentar un episodio más de la “tormenta perfecta”.