LUNES 31 de Marzo de 2025
 
 
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No todo lo que brilla es oro...

Una buena manera de dejar en claro que no todo aquello que escuchamos y vemos es realidad pura. Si pretende ser una parte de la verdad, relatada con argumentos sólidos pero que esconden una situación incierta que plantea que no todo lo que pregonan es cierto.

Seguimos inmersos en el juego ideado por el presidente libertario Javier Milei desde que inició su mandato. Estrategias que conforman una planificación donde están contemplados el éxito y el fracaso en el mismo plano, surgiendo la alternativa de otra posición morigerada que abre ventanas para posteriormente lograr los objetivos fijados.

La Argentina enfrenta un escenario interno y externo muy difícil y conflictivo, que obedece a las divergencias políticas -en el plano de las controversias ideológicas de los sectores políticos locales y en lo internacional-, en el mantenimiento a cualquier precio del acercamiento a los EE.UU, generado por los gestos amigables tanto del presidente Donald Trump como del gestor de las políticas económicas y renovadoras del asesor Elon Musk.

Este acercamiento incondicional hacia el país del norte, nos aleja del concierto de naciones de esta parte del mundo que han procurado abroquelarse en un grupo emergente, que procura alcanzar niveles de productividad y comercialización que le permitan ser competitivos en el primer mundo.

Javier Milei reticente a aceptar las bondades del Mercosur, organización a la que tilda de ser el medio que permite prevalecer a Brasil por sobre el resto y en detrimento del supuesto poderío argentino. Amenaza con retirarse y acobacharse bajo el mando de Trump si es que éste accede a firmar el Tratado de Libre Comercio, que se reiteró podría ser de “Inversiones” con funciones acotadas.

Mientras el presidente libertario asume ese posicionamiento, los países del Mercosur buscan diversificar sus mercados y reducir la dependencia de compradores tradicionales como China, Estados Unidos y la Unión Europea.

La realidad indicaría que lo aconsejable sería consolidar un bloque poderoso, en el que, por lógica, se defiendan los derechos argentinos y fije posicionamientos tendientes a buscar el sano equilibrio que debería existir entre naciones emergentes que procuran alcanzar -en conjunto- el poder que les permita participar del gran reparto y poder elaborar los condicionamientos que les den acceso a todos los mercados.

Esta es una realidad innegable que cuenta con diversas vertientes de opinión, todas, contrariando el criterio de Argentina y realizando ingentes esfuerzos por consolidar los acuerdos obtenidos y los que están en carpeta, que abriría nuevos mercados y posibilidades de poder insertar la producción, fundamentalmente la alimentaria en acuerdos comerciales con países industrializados.

Esto que sucede externamente, fuera de fronteras, también es convulsionante en lo interno. La búsqueda del poder absoluto de parte del oficialismo y de sectores que pretenden combatirlo, e inclusive algunos que piensan en ser opciones en los próximos compromisos electorales 2025 y fundamentalmente 2027, son los protagonistas.

El PRO está implosionado. El ex presidente Mauricio Macri ha roto -en apariencia- definitivamente con quien fuera su candidata a la presidencia por el sector “amarillo” y hoy convertida en funcionaria de élite de Javier Milei, quien reniega de sus orígenes partidarios, Patricia Bullrich, actual Ministra de Seguridad de la Nación, se apresta a ser candidata libertaria en CABA, enfrentando abiertamente a quien fuera su mentor.

El peronismo-kirchnerista sigue buscando figuras, atento al rechazo que mantiene en sus propias filas quien fuera conductora del partido hasta el 2023 y hoy pretende mantenerse como presidenta del Partido Justicialista, Cristina Fernández de Kirchner.

La figura del actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, se muestra desdibujada y pese a sus esfuerzos por desprenderse del núcleo duro del kirchnerismo, no logra consensuar adhesiones a su intento por erigirse en la opción para el 2027.

Cuando se hace el ejercicio de buscar nombres, figuras que resulten atractivas para consolidar un movimiento “anti-Milei”, el esfuerzo se pierde sin encontrar quién reúna todo lo necesario para manifestarse como una posibilidad cierta de manejar ideológicamente un centralismo que logre consensuar los extremos y formalizar una estructura poderosa donde tengan cabida los liberales-conservadores, con la izquierda moderada y sectores divergentes que se mueven de acuerdo a las estructuras del tejido social.

Es evidente que mientras no se logren romper las profundas antinomias que fracturan al país, será un imposible lograr unir a la sociedad argentina y mientras esto se mantenga, todo lo que se emprenda, tiene como final el fracaso.

Lo que se percibe nos indica que ya no hay posibilidades que la ciudadanía crea -sin dudar- todo aquello que procura la clase política que se vea como la realidad. La mayoría se maneja por su estado personal y el de sus familias.

Recordemos la figura de Juan Carlos Pugliese, Ministro de Economía de Alfonsín, cuando dijo: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”.

Para nada criticable, solo realidad pura.

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