De alguna manera se está confirmando el fin de la “luna de miel” que mantuvo a todo el sistema económico-financiero-productivo y social, medianamente tranquilo, esperando la anunciada recuperación.
La culminación del “buen trato” viene mostrándose en los últimos días con un mercado extremadamente nervioso que reacciona ante cualquier anuncio o ante los “no anuncios” esperados.
La ausencia de una clara definición de los contenidos del presunto nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y algunos manejos financieros han sido motivadores de reacciones negativas. El Banco Central las ha sufrido y el viernes, presumiblemente, fue el día que mayor intervención tuvo en el ámbito dolarizado.
Este sacudón responde a que la paciencia del mercado con Milei y Caputo está en punto de quiebre. En el último día hábil de la semana el Banco Central concretó la segunda mayor venta de reservas de este mandato.
Perdió USD 474 millones en una jornada. La diferencia alarmante respecto al 27 de diciembre pasado, cuando vendió USD 599 millones, es que en esta oportunidad no hubo vencimientos de deuda y abre expectativas poco halagüeñas para el gobierno de Milei que viene sosteniendo que la economía estaría estabilizándose.
De acuerdo a información de distintos portales, entre ellos Infobae, se refieren a estas circunstancias expresando que: “Lo que pasó en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) reviste un cuadro de suma gravedad. Los dólares fueron demandados por los tenedores de deuda comercial exigible, o sea importadores que liquidaron Bopreal, un papel que inventó Caputo para rollear la deuda con esos jugadores, que en el mercado estiman que ya supera los USD 20 mil millones”.
Existen informaciones que difieren y en alguna medida ofrecen un escenario contradictorio, entre lo que expresa el Ministro de Economía Luis “Toto” Caputo y las vertientes informativas con la cuales se están manejando los principales bancos de Wall Street -JP Morgan, Bank of America y Citibank-, anticipando una devaluación, dado que consideran que el gobierno argentino no podrá sostener la actual paridad. Mucho nervio y tensiones ante un panorama contradictorio que no encuentra el equilibrio necesario para responder a las exigencias del mercado externo.
Esto señala que hay un relato que no condice con la realidad y pone en tela de juicio que las maniobras realizadas en el marco de la macro-economía y micro-economía son todo lo acertadas que el gobierno y el mismo presidente Milei proclaman.
Los ajustes a realizar sumados a los planes regulatorios en marcha, llevan como objetivo básico mantener el superávit fiscal y el déficit cero, más allá de la contingencia de los aumentos de los índices de desocupación, suceso que aumenta el conflicto de la pobreza y la indigencia.
Ya no son matices ni interpretaciones diferentes, es la realidad de un proceso que el presidente Javier Milei anunció profundizar con más achique del Estado, reformular costos internos en la producción a efectos de ser competitivos -hoy no lo somos- y para ello el titular de economía Caputo resolvió una fuerte baja de aranceles a la importación de ropa y calzado para frenar el alza de los precios locales.
A partir de un Decreto que se publicará en los próximos días en el Boletín Oficial, serán reducidos los aranceles de ropa y calzado, que pasarán de 35% a 20%; de telas de 26% a 18%; y de los distintos hilados de 18% a 12, 14 y 16%.
Esta operación, si bien busca un beneficio para el mercado interno y de esta manera favorecer a la microeconomía, conspira con la producción local que se verá afectada, atento a que sus costos están muy por encima de lo que se produce en otros centros de producción que ahora verán facilitado su ingreso a la Argentina y competir en inmejorables condiciones.
Esto señala que muchas empresas deberán estar haciendo cálculos a efectos de poder seguir produciendo ropas y calzados de distinto tipo, situación que apunta a que tengan que ajustar costos y allí entran a jugar los factores que inciden en áreas productivas donde comenzaran a prescindir de mano de obra, para achicar masa salarial, reacomodamientos de horarios y otros factores que hacen a los costos reales con los cuales salen al área de consumo.
Es una constante que se refleja claramente en el dicho popular: “¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Es difícil sanear una economía quebrada a expensas de empobrecer a la ciudadanía. Es posible hacerlo -Sí- Milei lo está demostrando, pero el costo no será recuperable y dada la condición de país emergente, retrocedemos ante nuestros iguales del cono sur sudamericano.
Es difícil encontrar el equilibrio y mucho más si se procura imponer por la fuerza del poder gubernamental.
La inflación marcó un nivel que pareciera no podrá superarse. Un 2,4 % no es para festejar y creemos -ojalá nos equivoquemos- nos pareció aventurado el vaticinio presidencial que en abril estará por debajo del 2 por ciento.
Solo será factible con recesión, mucha más de la que estamos soportando. Y siempre aparece el mismo interrogante: ¿Podrá la sociedad seguir achicándose?
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