Tal vez para muchos pase desapercibida la difícil situación por la que están atravesando la casi totalidad de las localidades de la provincia de La Pampa.
Los efectos que derramaron sobre la clase trabajadora, la regulación, privatización, corte de la obra pública nacional, el progresivo desfinanciamiento que se realiza sobre el Estado Provincial, son gravitantes en un escenario desfinanciado empresarialmente y que no ve salidas en lo inmediato.
Los últimos datos que se han dado a conocer oficialmente, muestran claramente que los números de los desempleados, desempleadas y el cierre de posibilidades de nuevas fuentes de trabajo, van aumentando.
La realidad se impone a cualquier relato. Existe, claramente, un menor poder adquisitivo, situación que genera disminución de compra y en aquellos que aún disponen de ingresos, reacomodarlos, dándole prioridad a los gastos esenciales, educación, alimentación, salud, comenzando a eliminar necesidades que hoy pasaron a ser “gastos superfluos”.
Podremos observar y oír cómo, en ámbitos del gobierno nacional, inclusive en las expresiones que vierte, en cada oportunidad en las cuales diserta el presidente Javier Milei, hoy habituales dos o tres por semana, empresariales, periodísticas, se señala que la Argentina se recupera.
En estas estudiadas y analizadas apariciones, tales como las del titular de economía Luis Caputo o las charlas “catedráticas” del mentor de las regulaciones y transformación del Estado, Federico Sturzenegger, no se habla de los que no tienen para comer; de los niños que han tenido que dejar sus obligaciones escolares; de madres que recorren comedores buscando la comida diaria. De los que pululan en los basurales o tarros de residuos callejeros para ver si encuentran algo para alimentarse.
Son los que alguien definió como: los ciudadanos-ciudadanas-niños invisibles, que duermen en los portales callejeros, bajo los puentes y nadie o casi nadie los ve, porque se han convertido en parte del paisaje cotidiano.
Realidades. No relatos. La pobreza aumenta exponencialmente y como alguna vez le escuchamos expresarse en forma “colérica” al presidente libertario: “Son los efectos que ha producido la casta corrupta que ha gobernado la Argentina”. ¿ Pero de qué aumenta durante su gestión, nada que decir?.
El dilema más grave que se percibe es el crecimiento de esas capas sociales sumergidas y sin posibilidades de acceder a un status superador.
Empresas que evalúan sus recursos; ven disminuir sus ingresos y crecer los costos de producción o comercialización, de una manera desproporcional, donde aumentar no sirve porque la caída que se produce sería mucho mayor de la que se ve en la actualidad.
En una charla con algunos sectores del Parque Industrial de General Pico, y no revelando las fuentes por pedido expreso de los interlocutores, sostenían que Sturzenegger le apuntó al corazón del quehacer industrial de estos sectores.
Sacaron y/o limitaron las posibles coberturas a las que apelaban y que les permitía, más allá de los ajustes internos que realizaban, contar con un respaldo que les hiciera soportar la “malaria”.
“Se van a producir reajustes” -aclararon- ya hay quien los está haciendo. Suspensiones de personal, vacaciones no pagas adelantadas. Acuerdos de retiros en quienes están en condiciones de acceder a los mismos, entre otras medidas que tienden a equilibrar finanzas; entre egresos e ingresos.
En La Pampa, ante este escenario, el Gobierno provincial se encuentra trabajando en el relanzamiento del Programa de Fortalecimiento del Trabajo Pampeano para intentar revertir los efectos de las políticas que impulsa el presidente Javier Milei.
La tarea no es fácil, atento a que deben priorizar equilibradamente muchos aspectos que hacen al Programa que estudian para evitar desigualdades -que naturalmente las habrá- y acotarlas fundamentalmente a reforzar la recuperación de las fuentes de trabajo o la generación de nuevas.
Los informes que pueden recabarse, por caso los informes de SIPA, permiten tener datos oficiales, pero creemos que exceden los números allí registrados, en tanto hay un porcentaje importante de trabajadores y trabajadoras que no aparecen o porque no quieren, están a la búsqueda de otras oportunidades, o directamente -muchos- están resignados a la mala suerte que les ha tocado y se han invisibilizado.
Pero la realidad es una sola: diariamente se escuchan los lamentos de quienes fueron dejados sin trabajo. Ya no es una responsabilidad del comerciante o empresario, ahora es una necesidad para evitar el cierre definitivo y que, en vez de un número reducido, sean todos los que queden en la calle.
Ver lo que sucede y oír aquello que prometen las autoridades nacionales, cuando la motosierra sigue afectando a una parte de la sociedad, resulta un contrasentido con lo real que se vive a diario en cada comunidad.
Los números son indicadores fríos que sirven para el análisis de los entendidos, pero detrás de cada número, porcentaje o comparaciones, se pone en evidencia que la pobreza sube, la indigencia ya no se puede calcular con certeza; los chicos que no comen y no están escolarizados se cuentan por miles.
Son capas sociales, seres humanos. Generaciones que se pierden y mucho potencial que se tira a la basura.
Sin generar estadíos que permitan recuperar esa masa humana, hoy sumergida y poco contenida, la Argentina no ofrece ni crecimiento y mucho menos futuro.
Escriba su comentario