Un buen ring side es el lugar ideal para poder observar de cerca cómo se “destrozan” los políticos de todos los sectores. Tanto oficialistas, que bregan por el cambio transformador contra los vicios de la denominada “casta”, como los otros, señalados como aquellos opositores dialoguistas u oposición cuando convenga y los que no transan de ninguna forma.
Es un “toma y traiga” interesante, porque en el furor de los encontronazos comienzan a surgir sus verdaderas intenciones y es una manera de conocerlos y evaluar en qué medida se prenden del relato alejados de la realidad de la gente.
Se está produciendo una notable distorsión de la forma de hacer política y ya no hablamos de identidades, sino del “falso manejo de las ideologías”. Hoy tanto pueden ser radicales convertidos en pseudo peronistas que intentan negociar una nueva fuerza, como las volteretas de Propuesta Republicana (PRO), que de la mano de Mauricio Macri están operando para establecer un forma de gobierno de “doble comando” ante las debilidades en que ha caído La Libertad Avanza.
Era un suceso que podía preverse cuando se realiza un análisis, despojado de sentido ideológico, la forma que llega al Sillón de Rivadavia Javier Milei.
De los ámbitos de la farándula se fue configurando un personaje que llamaba poderosamente la atención por su desparpajo, la falta de contención en sus palabras, ataques e iracundia contra aquello que osaba colocarse en un extremo donde era imposible conciliar opiniones.
Otras actuaciones fueron perfilando una figura que levantaba los rating y ya era codiciado por todos los canales televisivos y programas de espectáculos. Allí nació, impulsada por Karina Milei y Santiago Caputo, la idea de incursionar en la política.
La inteligente estrategia montada para lograr consenso ciudadano, que instalaba a Javier Milei como el promotor del cambio. Era la disyuntiva social de lo viejo y fracasado o ese “paraíso” que les estaban ofreciendo.
Nadie, de los que estaban “jugando a la política”, le prestó demasiada atención y en ese factor basó su poder el libertario. Quienes lo veían “divertido” le cedieron terreno y lo peor, lo dejó crearse un electorado, que estaba disgustado y un marco de jóvenes en pleno ejercicio de la rebeldía.
Llegó -con ayuda- y ya montado sobre la estructura del gobierno, siendo solo un nombre con el poder electoral y sin estructura nacional que lo respaldara, comenzó a mostrar sus objetivos, nacidos de un sesgo disruptivo que sería muy doloroso para un sector de la sociedad.
Hoy estamos frente a un escenario de enorme conflictividad. Pelea el oficialismo, se disgregan los radicales, la verdadera oposición no existe, no tiene nombre ni apellido; y, en otro sector, las migajas de lo que fue Juntos por el Cambio, hoy convertido en su raíz de origen, el PRO, están empeñados en posicionarse para poder pelearle a Milei y compañía el poder.
Una realidad que lleva mucho desconcierto a la ciudadanía, que sigue mirando la opción que mayoritariamente eligió, pero no percibe una recuperación que le permita pensar en un mejor futuro.
El presidente Milei está muy cerca de hacer detonar el “trípode” de poder que habían logrado con Karina Milei, “La Jefa”, y el asesor personal y mano derecha de la Secretaria General de Presidencia, Santiago Caputo.
La acción comenzó por bajarle poder y en una clara demostración que comienza a soltarle la mano a su asesor, ordenó al titular de la SIDE a pedirle disculpas al líder del PRO y a desplazar a los funcionarios que quisieron acceder a la causa de espionaje ilegal.
Difícil estimar si puede haber ruptura, aunque los más allegados sostienen que mientras las acciones del gobierno tengan la voz de mando en Karina Milei, esto no ocurriría.
El ardor de la contienda política está siendo como el “árbol que tapa el bosque”. El enfriamiento de la actividad de Guillermo Francos juega un papel trascendente en las alternativas de las próximas semanas. Todos esperan su aparición.
Mientras, en el Poder Legislativo están detonando “bombas”, que por ahora no han generado movimientos que puedan incidir en las necesidades que tiene el gobierno de Milei de congeniar con el Poder Legislativo.
Nada nuevo en la mala relación Milei-Villarruel y una dispersión de sectores políticos de diversas extracciones en las provincias está evidenciando que se están librando las primeras batallas, porque la guerra todavía no empezó.
Futuro incierto, tembladeral para el ministro Caputo y una microeconomía que no hace pié, ante la volatilidad de los mercados financieros y la ausencia de confianza en Argentina.
Se está jugando con fuego, habrá que ver quiénes salen chamuscados.
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