El presidente Javier Milei en su larga y reiterativa exposición del sábado pasado, en oportunidad de dejar abierto el período legislativo 2025, marcó ciertos y no muy definidos objetivos que tienen relación estrecha con el tan meneado crecimiento argentino.
A eso podríamos llamarlo “futuro”, pero la realidad nos señala que para concretarlo es necesario prestarse a las necesidades y proyectos del país que, el presidente libertario eligió para ser el conductor, junto a quién esta diagramando la “era de oro” de los EE UU, Elon Musk.
El acuerdo comercial sobre el cual insiste Milei , en cada oportunidad que se le presenta, esta atado con “lana” y de baja resistencia, situación que habla que aún esta lejos de concretarse, atento a que su mentor Donald Trump, tienen pensado otras alternativas en consonancia con empresas que les interesaría más un acuerdo sobre inversiones.
Los condicionamientos que emanan de quienes tienen ideado invertir en Argentina, apuntándole a la energía, la minería, el litio y otras riquezas genuinas, marcan un rumbo muy diferente al que nos relatan Milei y sus seguidores.
Para Trump -ya lo dijo- somos emergentes, y naturalmente los que necesitamos somos nosotros, no son ellos; por lo tanto debemos ajustarnos a sus necesidades, que de ninguna manera son las nuestras y nos alejan de poder consolidarnos en aquello que si somos necesarios, como la producción genuina, o sea la agropecuaria, la ganadería, la explotación minera pero con beneficios para el país.
No ser un medio para que ingresen capitales que solo procurarán llevarse las ganancias, en detrimento de la posibilidad de concretarse el cambio que fueron paradigmas que lograron que Javier Milei sea gobierno.
La intención de negociar “un acuerdo comercial” con EE UU tropieza con la postura de empresas norteamericanas y el gobierno republicano que considerarían más probables, e incluso beneficiosos, tratados ligados a la defensa y seguridad jurídica de las inversiones. Mucha confianza no nos tienen.
La realidad es que están haciendo su negocio a expensas de que aceptemos ser satélites de su proyección.
Donald Trump, está negociando con “tirios y troyanos”. Los enconados enemigos de ayer, son bienvenidos a la mesa de acuerdos de hoy, aunque para ello deban someterse a los lineamientos que está elaborando Elon Musk y que el presidente republicano sigue al pié de la letra.
Para Argentina, ceder a una fórmula de negociación ajustada a las necesidades del gobierno norteamericano, nos pondría fuera del Mercosur, del cual Milei sostiene que hay que abandona; situación que nos aislaría de los países del cono sur que están procurando abroquelarse social y económicamente para tener oportunidades ante el avance de las grandes potencias como EE UU, China, Rusia, India, Reino Unido, ahora Francia y países de la UE, que entienden es propicia para aumentar sus potencialidades a expensas de quienes tienen el poder de la producción genuina.
Mauricio Claver-Carone, enviado especial del Departamento de Estado para América Latina, aseguró: “Creo que el presidente Donald Trump ha sido muy claro: no estamos buscando nuevos tratados de libre comercio, lo que queremos son tratados de comercio justos y equitativos, y en ese sentido quisiéramos trabajar con la Argentina”.
Claro, preciso y sin demasiadas dificultades para entender que Javier Milei se ha autoconvencido que Donald Trump y Elon Musk van a ser sus socios; cuando la realidad señala que seremos un satélite del poder americano si se accede a todo aquello que pretenden.
El presidente argentino podrá mostrarse disruptivo, enérgico, agresivo, entre otras manifestaciones propias de sus excesos verbales, pero eso es para los argentinos, para afuera el “cantar es otro”, morigeración, actitudes sumisas y la voluntad de quedar bien para afuera.
Los conflictos internos se acrecientan y plantean agudizarse si persiste la política disociativa que mantiene el “triángulo del poder”. Nadie puede celebrar y aplaudir que la primera magistratura del país ataque, desde un atril, a un legislador nacional que se atreve a pedirle que respete la Constitución Nacional.
La otra pelea encarnizada que ahora ha tomado una virulencia inusitada es la que mantiene con determinados y muy puntuales medios periodisticos-informativos del país. Los “ensobrados”, “corruptos”, “monopólicos”, “mediocres”, “limitados intelectualmente”, “incapaces”, entre otras acepciones con las que el presidente Milei ataca y promete eliminarlos.
El problema esta centrado en una sola cuestión: No comparten ni hablan bien de él ni de La Libertad Avanza y respondiendo al paradigma de un periodismo independiente, libre, critican acciones de gobierno y cumplen la misión positiva de informar la realidad, compartible o no. Pero eso lo deciden quienes lo ven y/o escuchan.
Javier Milei pretende un país obediente, sumiso, que aplauda todo lo que hacen y eso no ofrece futuro, porque Argentina no es una dictadura, esa etapa la vivió y no quiere repetirla.
Bajo estas dificultades que van surgiendo a diario queda claramente explicitado que futuro no hay y de acuerdo a los grados de conflictividad que se presentan: por ahora no lo habrá.
El gobierno tiene una lógica: “Si te gusta participá, sino apartate”.
Difícil de entender y mas cerca de romper el tejido social que de recomponerlo.
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