Primero definamos que se entiende poder disponer libremente de vender o comprar, negociar, asociarse o decidir abandonar determinado emprendimiento.
“La libertad de mercado es un sistema económico que se basa en la oferta y la demanda, con poca o ninguna intervención del gobierno. En este modelo, los precios de los bienes y servicios se establecen entre los vendedores y los compradores”.
Altamente significativo, claro, preciso, nos esta indicando que a partir de la vigencia de estas normas que impone exclusivamente el mercado, se van a dar las mayores posibilidades que concrete la participación resultante de cualquier operación, implicando una concentración del poder en cualquier rama comercial, empresaria que uniendo potencialidades y recursos puedan hegemonizar la producción o prestación de cualquier servicio.
En oportunidad de expresar, el presidente Javier Milei, los aspectos paradigmáticos que rodeaban su propuesta del “libre mercado”, se le pasó por alto señalar que siempre estas instrumentaciones, propias de quienes tienen fondos de inversión y suficiente plafón financiero, deciden quedarse con uno de los segmentos comerciales de mayor trascendencia, por caso: el de la comunicación en todas sus formas, generando un poder hegemónico y absoluto de un sector, con el cual, el Estado tendrá que negociar.
Hace pocas horas el Gobierno suspendió la compra de la empresa Telefónica Argentina por parte de Telecom por considerar a la operación como una medida que podría absorber buena parte del mercado de las telecomunicaciones. Eran cuestiones de índole comercial y de poder que se preveía y máxime cuando el presidente libertario comenzó a hostigar, por disentir, con los titulares de determinadas empresas de comunicación.
Nadie que este en los medios ignora que hablar de Héctor Magnetto, Director ejecutivo de Grupo Clarín. es referirse a uno de los “poderosos” del mundo informativo, no solo de alcance nacional sino internacional.
Difícil manejarlo, solo factible, a través de negociaciones que puedan satisfacer sus necesidades, que no son diferentes a las que plantean otros en sus distintas ramas comerciales, casos Soros, el mismo presidente Trump en lo suyo, Elon Musk, Jeff Berzos, Carlos Slim, México: Bill Gates, EEUU, Amancio Ortega, España; Warren Buffett, EEUU ;Larry Ellison, EEUU. entre otros, marcan la tendencia clara que señala donde esta radicado el poder.
En todos los casos el marco de acción de empresarios de esta naturaleza están sujetos a normas que fijan los estados gubernamentales quienes de alguna manera prohijan y alientan el libre-mercadismo como una solución para sus países. Pero siempre negociando y acordando.
Esta claro que ellos gozan de poder y lo usan en la medida que hace al mayor crecimiento de sus emprendimientos empresarios que, se desarrollan en áreas diferentes, pero que siempre tienden a ser únicos, generándose inexorablemente el monopolio.
En el caso que hoy traemos a colación más allá que se puede o no compartir el desmesurado crecimiento empresarial que lo convierte en una herramienta hegemónica que termina por ser de notable incidencia en las decisiones gubernamentales, aquí esta planteada una guerra privada entre el presidente liberal que pretende el manejo absoluto de medios sumisos y quienes en otro ámbito del poder pretenden tener un escenario propio desde donde discutan de igual a igual.
El ingreso de las corrientes tecnológicas que surgen de las empresas de Elon Musk, van lentamente ocupando espacios que estaban desarrollados, pero no en la magnitud de las del asesor norteamericano y se doblegan o son superadas. El ingreso de Starlink, considerada La tecnología satelital más avanzada del mundo; internet de alta velocidad y baja latencia, que ya esta entre nosotros y con “carta en blanco” para que se siga expandiendo. Es una prueba que si complace a Milei no hay problema.
Es un tema extremadamente delicado, difícil de comprender pero que es la esencia del libre mercado o mercado liberal, como sistema en el que: el precio de los bienes es acordado por el consentimiento entre los vendedores y los compradores, mediante las leyes de la oferta y la demanda. Y allí el contralor del Estado esta ausente.
Las teorías del libre mercado y la no intervención del Estado fueron populares en el siglo XIX, especialmente en Gran Bretaña, a pesar de que no fueron adoptadas del todo por las potencias mundiales del momento, que continuaron protegiendo sus procesos de industrialización a través de aranceles y patentes.
La Argentina que pretende Milei, quiere libertad absoluta sin intervención del Estado, por lo menos eso pregona el presidente, aunque en los hechos la realidad indica lo contrario. Eso pone en evidencia que las “malas relaciones” enojan al libertario y ahí se acuerda que puede intervenir el gobierno.
La lucha de poderes también esta en juego. Ya no es ideología ahora es poder que se traduce en la incidencia ciudadana que alcanza según sea su penetración social.
El nuevo escenario de conflicto no ofrece flancos débiles. Será una prueba más que deberá sortear el presidente Milei.
La salida es convenir y con el liberal presidente todo es posible.
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