Es una pregunta que muchos ciudadanos y ciudadanas se realizan en la actualidad. Nadie se priva de insultar, denostar, agredir, enlodar, a la o a las personas que no piensan como uno.
Todo comenzó con un juego dialéctico que esgrimía el presidente libertario Javier Milei y que parecía una “remake” de sus apariciones en los canales de espectáculos cuando su ligereza verbal, parecía graciosa y ganaba puntos de rating.
Fue cuando aparecieron los subordinados a justificar los exabruptos con una frase que no conformaba a nadie y que ponía en evidencia la ausencia de justificantes reales. “El presidente es así”. El actual Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, presumiblemente uno de los hombres libertarios con mayor cintura política del sector oficialista, intentaba argumentos vacíos de contenido para justificar lo injustificable.
Aún resuenan sus expresiones en Parque Lezama, donde los escapes verbales fueron de un tremendo contenido insultante, animando a los presentes a “corearlos” como si estuvieran en un estadio de fútbol.
Fueron parte de esa noche lamentable, que pretendió ser el lanzamiento del partido La Libertad Avanza con proyección nacional y se escuchaba: “... ensobrados corruptos, soretes siniestros delincuentes sindigarcas, parásitos degenerados y econochantas”.
Por otra parte, vale recordar que alentaba a sus desorbitados e incontrolables seguidores, agitando sus brazos, a cantarles “¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta! ¡Hijos de puta!” a todos esos enemigos.
Esta violencia se ha transmitido a sus seguidores y hoy pueden escucharse barbaridades de la boca de Lilia Lemoine, una legisladora que defiende sin ambages a la ideología libertaria y para denostar a quienes piensan diferente esgrime cualquier insulto, ironías de mal gusto o marca suposiciones que intentan denigrar al destinatario.
También están en esa línea los trolls de Santiago Caputo, que pueden manejar cualquier injuria con absoluta libertad, la misma que otorga el manejo de las redes sociales, que se han convertido en tribunas donde lo correcto no tiene trascendencia.
El “Gordo Dan”: comandante troll en jefe y militante tuitero más influyente de La Libertad Avanza. El Gobierno lo usa para asustar a funcionarios tibios. Son obedientes y han generado escenarios similares a los de su jefe y mentor Javier Milei y Santiago Caputo, convirtiendo al gobierno en una verdadera cloaca, donde todo está bien y ya nada debe asustarnos. Ellos lo llaman libertad. Para nosotros libertinaje y del peor.
Pero la caída es vertiginosa y quienes se han colocado en la tribuna contraria, caso Cristina Fernández de Kirchner, han bajado al “lodazal” libertario, buscando con su misma terminología expresar la disconformidad con cosas que hacen y dicen.
La ex presidenta de verba atildada, fuerte por momentos, ha decidido jugar con la misma moneda.
De esta manera se ha podido observar que para ganar espacios periodísticos y atención en redes sociales ha esgrimido, en manifestaciones públicas, un lenguaje populachero para dirigirse al Presidente, mostrándolo en la forma de invocarlo: “Che Milei”.
Ante todo, ella era la menos indicada para ese tratamiento, dado que logró la máxima investidura del país y se sostenía que ya eso demandaba un tratamiento respetuoso, más allá de la ausencia de coincidencias políticas.
En la red X se podía leer: “Che Milei... ¿Ahora vos también, como Mauricio Macri, me denunciás en Comodoro Py y mandás a la burra que te hace Reiki y le saca la comida a los pobres y al otro burro que pusiste en la ANSES, recién llegado de sus vacaciones en México, a que hagan la berretada de decir que mi domicilio no es en Santa Cruz?”.
Bien barrero el idioma, sin llegar al lunfardo, que es una forma arrebalera y muy utilizada en las cárceles, pone de manifiesto que se acomodó en un escenario parecido al que habitualmente asciende el presidente Milei y juegan a ganar consensos y voluntades.
Es lamentable. De una pobreza de vocabulario, que no puede tomarse como un error léxico que se produce cuando se redacta con un vocabulario limitado. Esto dificulta la expresión de ideas y la coherencia del texto. Esto es lisa y llanamente “bajarse al barro”, provocando un efecto en la sociedad totalmente negativo.
Se han venido señalando las salidas extemporáneas del presidente y era esperable que el virus, que ya ha contagiado a las “fuerzas del cielo y a sus brazos armados” no llegara a la oposición, de la que se esperaba sentido común, tan poco común en la Argentina.
Craso error el nuestro y el de muchos integrantes de la sociedad que no celebran haber caído en estos tratamientos inadecuados, donde se está perdiendo el respeto y la institucionalidad.
La decadencia verbal se extiende a todos los ámbitos de la sociedad y confunde por su crudeza, su utilización desmedida, arranca el sesgo de lo violento que hoy se vive en cualquier calle del país.
Esto no es un cambio. No es la expresión genuina de libertad. Es haber retrocedido en el tiempo, estamos involucionando es decir: “Nos detuvimos y estamos marcando un retroceso de la evolución biológica, política, cultural, económica”. Vale la pena comenzar a pensarlo: ¿Hacia dónde nos conduce esta actitud?
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