SÁBADO 07 de Septiembre de 2024
 
 
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“La razón de los locos”...

Una expresión conocida y utilizada desde hace muchísimos años, como una fórmula para justificar que aún observando las equivocaciones se le da conformidad aquello que otra persona dice. Es una forma metafórica que expresa no compartir criterios.

Es una frase hecha. Darle a uno la razón sin fundamentar, sin contraargumentar, es una actitud que se utiliza para acabar la discusión, ignorando olímpicamente lo que se haya manifestado, por considerarlo absurdo, estúpido, de poco interés, o porque el argumentador sea un pesado, un discutidor profesional. Fundamentalmente no entrar en discusiones estériles.

En la actualidad los argentinos están sometidos a las circunstancias de ser protagonistas -sin demasiada intervención- de los posicionamientos encontrados de la clase política en la que el Gobierno Nacional ocupa una centralidad trascendente, pero manteniendo actitudes que surgen de creer que todo lo que están llevando a cabo está bien.

Es humanamente comprensible que aparezcan los ciudadanos que perciben las ambivalencias de propuestas que se ejecutan de diferente manera a los resultados que dijeron iban a tener. Pero estaban cansados de escuchar siempre a los mismos fracasados que, con juegos similares, no lograron superar ninguno de los estados enfermos que soporta la sociedad, por eso aceptan seguir y ver qué pasa.

Asienten y se aferran a una esperanza, la de recuperar el país con proyección de futuro y dejar de constituir un Estado emergente y pasar a ser una potencia que pueda insertarse en el gran mercado que rige el primer mundo.

Todas situaciones que pueden comprenderse y racionalmente encontrarle explicaciones no sirven, en tanto, dadas las contingencias que emergen de una actitud gubernamental que podríamos encuadrar como “soberbia” y todo aquello que los contradiga es propio de ignorantes, poco menos que antipatrias que rechazan las condiciones liberales y pretenden mantener “privilegios”, es un intento vano.

Ni “muy muy , ni tan, tan”. Los extremos siempre nos han parecido peligrosos, porque para mantener estructuras que condicen con sus pensamientos, sean de extrema derecha o izquierda, contraatacan con virulencia no aceptando las divergencias, como algo natural del ser humano.

No pensar igual no convierte al otro en un formal enemigo. Para el presidente, Javier Milei, como para Manuel Adorni, su intérprete para el periodismo, “los que no piensan u obran de acuerdo a los principios del sector libertario, están en el lado de los enemigos”.

La realidad indica que un profundo sentido de la convivencia ciudadana, en líneas generales, acepta el pensamiento diferenciado, trata de conciliar posiciones respetando al otro, estableciéndose una forma de vida donde todo se comparte, tanto los éxitos como los fracasos.

Pero transitamos una etapa nueva, con un sesgo de autoritarismo propio de quien sustenta un liberalismo anclado en el desarrollo del anarcocapitalismo y donde “mi palabra y mis hechos son irrefutables”; consignando la frase favorita del titular del Ejecutivo Javier Milei: “O estás conmigo o en mi contra”.

Una manera conflictiva de comportamiento que utiliza el presidente libertario, que nos ha generado problemas internos y externos al punto que se han resentido las relaciones comerciales con países como Brasil, Chile, Uruguay y China 

Mientras abundan las versiones a favor y en contra de las reformas planteadas, el vocero presidencial Manuel Adorni, expresa el pensamiento gubernamental al decir: ‘‘No nos importa el valor del dólar ni nos ocupa el riesgo país”.

Por otro lado, en otra parte del mundo, el mercado financiero se alerta dado el crecimiento del riesgo país que superó los 1.600 puntos y fue el más alto en cuatro meses, mientras sigue la baja de los dólares financieros. 

En tanto que el FMI, sostuvo que “Empeoró el pronóstico para Argentina, previendo caída en la actividad más de lo esperado”. Se avizoran indicadores que señalan quebrantos para los próximos meses.

En síntesis, avanzamos, pero no tanto. Nos dicen que las cosas están encaminadas, cuando marchan por la banquina. Es lo que entienden quiere escuchar la ciudadanía, aunque la realidad -hoy- indica lo contrario.

Es como decimos en el titulo: “Una cosa de locos”...
 

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