Si se toman en cuenta los comentarios previos, consultoras y encuestadoras mediante, las elecciones de Venezuela estaban poco menos que cantadas. Maduro perdía y renacía un nuevo poder con rasgos claros de liberalismo aggiornado.
Mientras esto venía sucediendo, Nicolás Maduro, con su particular estilo, sostenía que ganaban y si así no lo fuera, el país sería un “baño de sangre”. Abundaron amenazas, aprietes a veedores delegados de otras naciones y periodistas que no fueron dejados desembarcar en el país y luego de varias horas deportaron a sus respectivos puntos de origen... Estas fueron acciones previas a las elecciones.
Todo parecía indicar que el “madurismo” transitaba sus últimas horas en el gobierno venezolano. Pero lo hemos mencionado varias veces: realidad mata relato. Y esto así fue, con o sin fraude se equivocaron.
Ahora, en un procedimiento inusual, si se quiere irregular, fue proclamado presidente del país, cuando aún no se han concluido los recuentos de votos ni se han convalidado los informes remitidos al Consejo Nacional Electoral Venezolano, aprobó y emitió documento que otorgue a Nicolás Maduro un período presidencial hasta el 2031.
Se han alzado numerosas voces de países sudamericanos que piden se concluya el conteo y se hagan los registros legales que corresponden para concretar un nuevo estado presidencial. El reclamo, entendemos, ya es tarde ante los efectos consumados.
Se presume vendrán presentaciones a niveles de controles internacionales, aunque los hechos estarían evidenciando que serán esfuerzos inútiles; atento a que los países gozan de autonomía interna para resolver sus problemas y salvo que Tribunales Internacionales intervengan dando respuesta al reclamo de haberse producido un fraude electoral y puedan ordenar jurídicamente el envío de veedores especiales.
Panamá retiró a sus diplomáticos de Venezuela. El país decidió sacar a sus diplomáticos de Caracas y puso “en suspenso” las relaciones bilaterales, según detalló el presidente panameño, José Raúl Mulino.
Otros gobiernos como Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay manifestaron su profunda preocupación por el desarrollo de los comicios. Brasil no se sumó al pedidos.
Solicitan que “El conteo de votos debe ser transparente y los resultados no deben arrojar dudas. Solicitarán una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para emitir una resolución que salvaguarde la voluntad popular, enmarcada en la Carta Democrática y los principios fundamentales de la democracia en la región”.
Las elecciones como se preveían, por las actitudes que el gobierno chavista de Maduro instrumentó para asegurarse una reelección presidencial, una serie de medidas que tendían a evitar que el proceso pudiera tener controles diversos, especialmente eligió a los veedores que le convenían a sus intenciones.
La Argentina desconoció formalmente el resultado de las elecciones en Venezuela: “Maduro ha despreciado la voluntad del pueblo”.
La Cancillería se pronunció oficialmente a través de un comunicado en el que cuestiona el proceso electoral del régimen en el país caribeño. Reclamó además que se pongan a disposición las actas del comicio.
Este gesto ha sido imitado por varios países que se suman -reiteramos- con la posición de Brasil, que pretende le hagan llegar los datos oficiales para manifestarse, a señalar que no comparten las formas utilizadas por la gente de Maduro para consagrarlo presidente nuevamente.
El país sigue convulsionado con marchas de los sectores anti maduro que que pretenden se investigue un fraude, atento a que consignan que las diferencias en planillas registradas del proceso electoral les otorgó la victoria por amplio margen.
Las divergencias internas amenazan seriamente la paz interior venezolana, atento a que los “chavistas” también han salido a la calle para celebrar el triunfo.
Se teme a la reacción de las fuerzas policiales y militares, las que hasta ahora han actuado con la finalidad de lograr dispersión y evitar actos multitudinarios antichavistas que pudieran alterar la paz interior. Nadie puede predecir las reacciones futuras, aunque se supone que las alteraciones sociales, policiales y militares recién han comenzado.
Si no hubiera temor de parte del sector “madurista” que se pongan en evidencia que para llegar a ese resultado se registraron maniobras fraudulentas, no resulta atendible evitar los controles de un grupo de veedores internacionales que pongan las cosas en su lugar y se determine si hubo fraude o existió la sorpresa que nadie esperaba.
El gobierno impuesto con malas artes para intentar perpetrarse en el poder no tiene futuro.
Más temprano que tarde el “mito” de poder que pretende crear Maduro se diluirá si está fuera de la realidad. El presente logrará superarlo y finalmente la ciudadanía tendrá lo que pretende.
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