Como días atrás anticipó este diario, “La Rosita” cerró sus puertas en el día de ayer, tras ofrecerles a sus clientes el último menú de pastas domingueras.
En horas del mediodía, cuando se iban agotando las viandas de canelones, ravioles y tallarines con salsa, Rosa Espinosa dialogó con un cronista de La Reforma y se mostró agradecida por el cariño recibido en los últimos días por “un montón de gente” que se enteró del cierre de su comercio a través de una publicación de este medio gráfico.
“Estoy muy emocionada”, confió en el comienzo de la charla, y agregó que “me llamaron de todos lados, no pensé que iba a ser tanta la repercusión”.
Seguidamente recordó que hace más de cuatro décadas abrió “una despensa y carnicería” en el local de las calles 15 bis y 114 del barrio San Etelvino, y más adelante comenzó a elaborar pizzas, empanadas, distintos productos gastronómicos para eventos sociales, avanzando luego en viandas y la fabricación de pastas frescas, que fueron comercializadas con éxito no sólo en General Pico sino también en localidades vecinas, llegando incluso a la ciudad de Santa Rosa, ya que esos productos fueron elegidos por numerosas instituciones deportivas, educativas, etc.
“Con la fábrica de pastas y la rotisería comenzamos hace más de veinte años, trabajando de lunes a lunes. El único momento de cierre era el domingo a la noche”, ilustró.
Consultada por el último menú que ofreció ayer, ‘Rosita’ indicó que “mantuvimos las pastas, porque a la gente le gustan mucho y a mi me encanta hacer el tuco”, apuntó con una sonrisa.
Más adelante resaltó que “La Rosita” cierra sus puertas en el barrio San Etelvino, pero a través del trabajo que realizan tres sobrinos algunos de los productos que nacieron en el lugar continuarán comercializándose en la ciudad. “Hay un sobrino que hace ravioles, tallarines, ñoquis y sorrentinos; otro que hace pizzas, pascualinas y tapas de empanadas; y una sobrina que se encarga de los saladitos y los dulces”, precisó.
En el tramo final de la charla, dijo que el cese de la actividad comercial la decidió tiempo atrás, junto a sus familiares, con quienes ahora planea disfrutar “de muchos momentos” que el trabajo le impidió compartir.
Por último confió que “voy a extrañar muchísimo a la gente” y aprovechó el contacto con La Reforma para saludar afectivamente a sus clientes y proveedores.
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