Nadie está exento, en el desarrollo de su vida, de tener un flanco de debilidades y naturalmente lo contrapuesto, uno de fortalezas. Es un síndrome de la condición humana que, de acuerdo a cómo se manejen ambas, son los resultados.
Este es el caso que se materializa con absoluta claridad en la figura del presidente libertario Javier Milei, atento a los escenarios en los cuales se mueve como “pez en el agua”. Claramente se identifican en un accionar que de ninguna manera es errático ni confuso, tiene precisos y muy puntuales objetivos a los cuales están dirigidas sus acciones.
Las fortalezas son todas aquellas virtudes positivas que nos caracterizan -recordando siempre que hablamos del ámbito profesional-, mientras que las debilidades son aquellos puntos que no se nos dan tan bien. En este aspecto, cabe puntualizar que está tratando de mejorar esos sesgos negativos.
Es indudable que esta valoración que pretendemos realizar del presidente Milei está claramente identificada: “Cuando hablamos de las fortalezas de una persona, nos estamos refiriendo respectivamente a los aspectos más deseables, valorados y socialmente apreciados de su personalidad, y las debilidades señalan los aspectos menos deseables, valorados y socialmente apreciados. Dicho de otro modo, nos estamos refiriendo a los rasgos más positivos y negativos de su forma de ser”.
En la figura del primer mandatario libertario se dan estas dos opciones, en tanto así lo reflejan analistas y recientes encuestas que ponen de relieve que estamos ante un fenómeno político, que puede o no gustarnos, pero que hoy, con enormes debilidades muestra grandes fortalezas, especialmente en el plano de lo económico.
En el transcurso de estas horas estamos observando los frentes de marcada oposición a sus políticas de ajuste, achicamiento, reformulación de la estructura de un nuevo Estado, que pretende dejar de ser protector y mantener efectos controladores; dejando librado todo el andamiaje estructural del país a un mercado abierto y al resultado de la oferta y la demanda, como principios básicos de una libertad absoluta, tanto de la ciudadanía como de los ámbitos productivos y comerciales.
Para la gran mayoría de los argentinos, a excepción de algunos, sobre todo del target más joven, es como iniciar un aprendizaje de formas de vida, totalmente diferente a la que venían sosteniendo. Es empezar la escuela primaria después de los 50 y eso no es nada fácil.
Javier Milei transita, eludiendo las dificultades y ofreciendo en forma constante frentes de batalla, para todo aquello que se contrapone con sus objetivos. Nada que pueda alterar el resultado de la macroeconomía, como superávit fiscal y déficit cero, es aceptable. Ni siquiera merece ser considerado.
Los indicadores generales señalan que la macro se desarrolla de acuerdo a sus planes, pero no se dan las circunstancias igual en la micro que afecta las economías diaria, donde, por más que insistan en intentar convencer a la comunidad que los salarios crecen, los precios están inalcanzables y cada vez se hace más difícil estructurar adecuadamente los recursos familiares.
El presidente ayer hizo uso del atril para dirigirse en calidad de orador principal en el 47º aniversario de creación de la Fundación Mediterránea, que se llevó cabo en el Centro de Convenciones local de la ciudad de Córdoba, donde se convocaron empresarios, dirigentes y referentes sociales del interior del país.
El discurso del jefe de Estado tuvo una fuerte impronta económica aunque no faltaron, como era de esperarse, referencias políticas, fundamentalmente sobre todo en un día como el de ayer y del que espera para hoy, donde los gremios más duros de la CGT -los moyanistas y de posiciones más de izquierda- volvieron al paro, y marcharon piqueteros, universitarios y otros sindicatos. Hoy es la UTA-, si es que no arriban a un acuerdo.
Más allá de estas manifestaciones opositoras de los sindicatos, el libertario atraviesa una etapa de fortaleza política que vienen reflejando las mismas encuestas que le habían dado una caída los últimos dos meses. Estimulado por datos económicos positivos, dólar estable, inflación controlada, baja de riesgo país y mejora en los precios de bonos y acciones, el primer mandatario tiene un octubre que lo ubica en niveles de imagen cercanos a los votos obtenidos en la segunda vuelta.
Está claro que estas son fortalezas que el titular del Ejecutivo maneja como una simbología de su éxito gubernamental, asentando en estas premisas los mecanismos que serían los que pretende elaborar para combatir sus debilidades, que se dan fundamentalmente en el plano social, afectado por una microeconomía que no despega.
Es importante entender que aquello que vemos como robustez o como fragilidad depende en buena medida de un contexto social, cultural e histórico determinado, ya que los valores por los que las distintas sociedades humanas se rigen dependen de su bagaje cultural y, además, van cambiando conforme pasa el tiempo.
Y esos factores, en la Argentina de hoy, están alterados, muchos, y otros desvalorizados.
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