Estamos ante las alternativas que deparan las campañas políticas, que procuran volcar votos de indecisos, enojados y en blanco, a fin de obtener las diferencias que requieren para llegar a la presidencia de la Argentina, en las generales de octubre o la última chance en noviembre en el balotaje.
No se desarrollan en un clima de tranquilidad y están realmente alejadas de ser ‘amigables’. Por el contrario hay para todos los gustos, ataques, desmerecimientos, veladas intromisiones personales, anuncios rimbombantes, en síntesis esto y bastante más es parte de la ‘artillería’ que estratégicamente se encuentra en el escenario de la contienda electoral.
En este marco tan dispar, surge claramente un interrogante que gira alrededor del hoy ‘un político raro’, que de la nada siendo, prácticamente, un hombre generado en la ‘farándula’, pasó a ser el gran candidato. Naturalmente nos referimos al fundador de La Libertad Avanza, Javier Milei, quien se muestra como el gran rival a vencer.
Adentrándonos en este nuevo hito en la política argentina, sorprende y fundamentalmente, provoca el interés por saber más de su rara e histriónica personalidad, que pasa de la moderación a la rabia agresiva, sin espacios intermedios.
Sus niveles de calma, muestran una persona accesible, que, por momentos, se convierte en un educador que pretende, que quien lo interpela periodísticamente y público que lo escucha. accedan como alumnos a una forma de hacer política que, tiene sus bases en la acción disruptiva, como una forma de limpiar aquello, que para él, constituye el lastre que arrastra el país.
No es fácil entenderlo y casi estamos seguros que él procura ese factor: ser la gran incógnita, la sorpresa, el rebelde, el hacedor de cosas nuevas, el que marque un nuevo camino en la forma de hacer política de Estado.
No sabemos si ese objetivo lo logra. Lo que está claro es que con esa postura volcó mas de 7 millones de personas que vieron en ese personaje lo nuevo que puede salvarlos.
Romper, para reconstruir sobre lo que quede, no se nos supone una forma adecuada y mucho menos positiva, para lograr sacar al país de un grave cuadro de enfermedad endémica en lo social, económico y productivo.
No mira para atrás ni -aparentemente- le preocupa que lo critiquen. Decir que ve con buenos ojos que los que quieran hacerlo, pueden vender sus órganos o que destruirá el Banco Central de la República Argentina, que acabará con lo que denominada ‘casta política’, que cerrará el Ministerio de Ciencia y Tecnología y privatizará el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el organismo que emplea a los científicos e investigadoras, es por lo menos raro.
Que privatizará la educación a través de la emisión de vouchers que habiliten a los que pretendan estudios primarios, secundarios y universitarios de excelencia y no podemos dejar de lado la dolarización del país, es sorprendente y llama mucho la atención y naturalmente alarma.
Todo este andamiaje, entre muchas otras estructuras que están elaborando los equipos de economistas, que han puesto a darle forma concreta a sus anuncios, señalan -en parte- la personalidad de quien pretende -y tal vez lo pueda lograr- llegar a la presidencia de la Argentina.
Más allá de las numerosas argumentaciones que surgen de científicos, educadores, economistas, entre otros que son reacios a aceptar esas propuestas, sus planteos siguen siendo enunciados y fundamentados, según su leal saber y entender.
No así parte de sus equipos que procuran ponerle paños fríos a determinados planes que son poco menos que ‘bombas neutrónicas’ que provocarían una debacle social de gran envergadura, si logra llegar a la presidencia y pretendiera poner en funcionamiento.
Es aquí donde aparece el gran misterio: ‘Javier Milei el estridente, agresivo, por momentos ‘maestro ciruela’.
En otras el gran rebelde, es el verdadero o sólo una impostura, es decir está: ‘Fingiendo o engañando mostrando con apariencia de verdad, aquello que él mismo sabe no se puede lograr’. Nadie -hasta ahora- ha podido saberlo.
Se manejan muchas teorías, pero al cabo de las semanas él se encarga de destruirlas, poniendo otros conceptos y manejando los tiempos, cosa que en política es realmente un arte, que no muchos dominan.
En razón de estas disquisiciones es que vale la pena intentar visualizar cuál es el ‘verdadero’ Javier Milei. Hasta ahora se muestra con distintas facetas. Es el ‘ilusionista’ perfecto para una sociedad totalmente desconcertada, o el gran simulador; en algún momento se develará la incógnita.
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