Así vemos a los escarceos que se están desarrollando en el escenario de la política nacional. Sombrío, de negras perspectivas y, por ahora, de magros resultados. Infieren daños en el tejido social y al aparato productivo en líneas generales, con algunos más favorecidos que otros, pero finalmente todos mal.
Con utilización de estrategias para ganar pulseadas, van sorteando los escollos que se presentan, de una y otra parte. Es difícil encontrar una explicación acertada, desprovista de contenidos políticos intencionados, para saber hacia dónde se encamina la sociedad, hoy, sacudida por las desinteligencias que se plantean en los diferentes frentes abiertos en el país.
Todos están abocados a instrumentar mecanismos que les permitan alcanzar superar las contingencias de un panorama político-institucional muy complejo, en el cual -por ahora- no se perciben soluciones.
Cuando todo indica que deben existir acuerdos, de ninguna manera imposiciones, lo que prima es esto último, con el agregado de una agresividad que se ha hecho costumbre en la figura presidencial, pero que, creemos, no es de ninguna forma el camino indicado para obtener el cambio que pregona.
Las recientes declaraciones del titular del Ejecutivo Nacional, realizadas durante su visita a la ExpoAgro desarrollada en la ciudad de San Nicolás, tuvieron una trascendencia desagradable, especialmente las que se refirieron a los gobernadores.
Una violencia verbal que no habla bien del gobernante que contó con el apoyo del casi 57 por ciento de la ciudadanía en el mes de noviembre y que lo ungió como presidente de los argentinos.
No puede explicarse cómo lo hace su entorno, pretendiendo se acepte como normal que muestre una agresividad que raya en la mala educación. Es evidente que el presidente Javier Milei no valora el voto de los gobernadores como lo hace con los suyos y la denostación llega a niveles realmente sorprendentes.
Y esta contingencia se produce a horas de una reunión que, con algún miembro de su gabinete, mantendrán con los mandatarios provinciales para ver si logran acordar aprobar los 300 artículos de la Ley Base y que no se opongan al DNU.
La realidad indica que se transita a contramano de los objetivos que se persiguen. El presidente puede amenazar, dejar expuesto que su intención es acabar con el federalismo, rompiendo al Estado como tal, sin medir las consecuencias que esa planificación elaborada en su mente y, presumiblemente, de su círculo rojo, podría acarrear.
El frente de batalla persiste y las beligerantes declaraciones, tanto del Presidente, el vocero presidencial y otros integrantes del staff gubernamental, de ninguna manera señalan que pueden terminarse. Todo indicaría que serían, aún, más cruentos los cruces.
Mientras esto sucede, los mandatarios provinciales patagónicos se reunieron en Puerto Madryn, para esbozar un programa que satisfaga a las necesidades que plantea la región, además de propuestas que elevarán al gobierno nacional para que puedan ser implementadas.
La no presencia de ningún enviado nacional no es una buena señal, por el contrario, está indicando que no existen, por lo menos eso revela la actitud negacionista, acceder a reconocer el poder de las provincias sureñas y reafirma la posición irreductible de Javier Milei de tensar las relaciones al límite máximo, “caiga quien caiga y cueste lo que cueste”.
Mientras esto pasa sube la presión en el Congreso de la Nación, ante el anuncio del bloque de LLA que presentará en las próximas horas un proyecto de ley retrotrayendo el reciente aumento consensuado y aprobado tanto por la presidenta del Senado Victoria Villarruel, como por el presidente de la Cámara de Diputados Martín Menem.
Se materializa la “sorda guerra” establecida entre la titular del Senado y Javier Milei, aunque deberíamos centrarla en la mala relación existente entre Villarruel y la hermana del presidente, Karina Milei. Los cambios que se van produciendo, variables de nombres que suben y bajan, son en mérito al mando de “El Jefe” Karina, que no ceja de conformar un entorno privilegiado con aquellos que se someten a sus determinaciones.
Como puede apreciarse, los enconos van emergiendo y cobrándose víctimas, el caso de Ramiro Marra es otro de los caídos en desgracia, y esto no hace más que ratificar que este es el gobierno de los Milei, para los Milei, y exclusivamente para los Milei, “las pruebas al canto”.
Pueden elucubrarse, “elaborar (ideas) o imaginar, generalmente sin mucho fundamento” sobre aquello que muchos sostienen es un “virtuosismo” de un no político que pretende un cambio radical.
Para los entendidos -no politizados- que pretenden dilucidar en estos comportamientos erráticos el objetivo final, arriban a una sola conclusión: “Se están sembrando vientos y se cosecharán tempestades”.
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