Esta pareciera ser la respuesta que el presidente Javier Milei tiene para los indicadores, surgidos de encuestas, que analizan que un alto porcentaje de quienes en su momento apoyaron la gestión de libertario, hoy le dicen “No estamos de acuerdo con el tratamiento a las universidades y otras acciones”.
El manejo muy particular, casi “sectario”, que muestra el “trío del hierro gubernamental” en todas las cuestiones que hacen al Estado, partícipe necesario en la vida comunitaria, dejan el sabor amargo de la frustración de una comunidad que se sabe ninguneada en forma permanente.
El país se ha convertido en un campo de batalla. Todo aquello que es motivo de discusión, se convierte rápidamente en un conflicto. Escenarios que disfruta el presidente Milei y donde se mueve con comodidad.
Pero es un sesgo presidencial que se “regodea” en la disputa. Se siente cómodo, la disfruta y utiliza el poder que le otorga el cargo para imponerse.
Su gestión -hasta el presente- tiene estas características y a medida que transcurren los meses se agudizan las confrontaciones que se extienden a todos los sectores de la sociedad.
El signo notable que se destaca es que esa conducta pareciera una enfermedad contagiosa y se manifiesta en todos los que, pensando desde los mismos límites, obran en consecuencia haciendo de su contacto con la sociedad una constante pelea.
Es factible entender por qué somos materia de análisis de grupos interdisciplinarios que entienden y estudian el comportamiento humano, haciendo hincapié en las crisis que lo desbordan y que lo llevan a generarse un mundo personal, donde la razón siempre está de su parte.
Es irracional atento a que, resulta la antítesis de convivencia pacífica cuando, mentalmente, el personaje en cuestión se siente por encima de sus iguales. En realidad las diferencias pueden darse en su formación intelectual, pero no en lo humano.
El “Qué me importa” que hoy parece configurar una forma de establecer las diferencias del presidente Milei con el resto de la ciudadanía, es desconocer los derechos de cada uno y la regla que determina que donde termina la razón de uno se hace lugar a la existencia del otro.
“Tus derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás”: esta es la regla general para poder vivir plenamente, sin barreras limitantes. La idea es que cuando tus palabras o acciones afectan la vida de otra persona es justo en ese momento donde visualizás e identificás tus límites.
Esta escuela de imposición, descartando al otro, es la conducta que está imponiendo el presidente libertario-anarcocapitalista, mostrando claramente una influencia sobre cómo las personas se organizan, perciben y se comunican sobre la realidad. Puede ser positivo o negativo, dependiendo de la audiencia y del tipo de información que se presenta.
Desconocer o pretender ignorar esta regla de convivencia es un detonante para la reacción negativa, no exenta de violencia, que no conduce a nada positivo, por el contrario señala el camino a una confrontación inevitable que resultará desestabilizante para el marco social donde se produzca.
Es el “modus operandi” de Javier Milei. Hasta ahora esta conducta le ha brindado resultados positivos, más allá de los enconos que puedan ir produciéndose y que plantean frentes internos poco saludables.
Se esperan etapas de tremenda dificultad. El tratamiento de la Ley Hojarasca y el Presupuesto. Ambas requerirán de la predisposición de los legisladores para que todo transcurra sin demasiadas turbulencias.
Ya se han advertido sectores de ambas Cámaras que han manifestado desacuerdos y advierten en la necesidad de reuniones a fin de aclarar aquellos puntos en donde surgen las disidencias. No obstante, el primer inconveniente se produce cuando el Ministro de Economía advierte que no irá a exponer ante el plenario de comisiones para brindar explicaciones, supuestamente alguien de su equipo se hará presente. La realidad indica que ese desplante no será del agrado de los legisladores de la oposición.
Es el origen de nuevos frentes de batalla, como lo serán los trascendidos que el presidente Milei pretende manejar el gobierno dejando de lado al Poder Legislativo y ordenar el funcionamiento gubernamental a través de Decretos.
Es casi una guerra declarada. Todavía no se ha formalizado, pero en razón de las versiones emergentes de ámbitos oficiales, sería el camino elegido por el presidente para evitar tener que negociar y acordar.
Estamos ante un campo minado. Universitarios en pie de guerra. Sectores del trabajo que están planteando futuras acciones por las decisiones de privatizar, eliminar y reacomodar reparticiones que mantienen nexo con el gobierno.
Ya estaría analizada para ser presentada un bloque de nuevas leyes, se habla de más de 2000, emergentes del plan de regulación y refuncionalización del Estado que el ministro Federico Sturzenegger ya puso a consideración del presidente Javier Milei y que sería el paso a seguir tras el tratamiento de la Ley Horajasca.
Todo presagia fuertes frentes de tormenta. Nada bueno augura el futuro.
La intransigencia y ausencia de empatía con parte de la sociedad no es el camino correcto para gobernar un país.
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