MIÉRCOLES 05 de Febrero de 2025
 
 
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¿Hacia dónde nos lleva el presidente Milei?

Un interesante interrogante que ya muchos argentinos se están haciendo. En realidad no es una crítica ideológica sino, a los efectos de saber comprender el “intrincado” camino de estrategias que han convertido al país en maremágnun de episodios diferentes, todos conflictivos y sin que se vislumbre la salida.

Te plantean desde diferentes status del gobierno nacional que la macroeconomía está “re bien”. Que los mercados internacionales han percibido la recuperación y apuestan a mejorar sus inversiones y el valor de sus papeles. Mientras que en el orden interno, la microeconomía, la que influye en la vida de cada ciudadano, va alcanzando niveles equilibrados.

La inflación bajó, es cierto, pero los precios siguen altos porque los ingresos no acompañaron el movimiento inverso que debería haber puesto los salarios por encima de los niveles de pobreza que indican los números del Indec.

Tampoco surge con meridiana claridad que es factible que un jubilado que está en un escalón más abajo del pobre, puede revertir ese proceso decadente que viene soportando hace años.

Las acciones del presidente libertario son aplaudidas y denostadas de igual manera. Su juego, dotado de enorme volatilidad, se entretiene con la voluntad de la sociedad, o con parte de ella, porque están las “focas” que celebran cada vez que derrumba, agrede, putea, o recuerda su ano por el que se pasa a todo aquel que no piensa como él y resto del “triángulo de hierro”.

Existe una profunda megalomanía en la persona del presidente. Sus acciones, tanto internas como externas, están dotadas de grandeza, soberbia, egocentrismo exacerbado, un sesgo de “mesías” cuyo liderazgo en el mundo deberá comenzar a ejercer sin reparar en las consecuencias.

“Los delirios de grandeza o megalomanía giran en torno a una creencia delirante donde la persona alberga una idea exagerada de su importancia, capacidades o conocimientos, incluso puede llegar a creer que es Dios. Por tanto, podríamos definirlo como un tipo de delirio asociado al poder”.

A esto se asemeja el comportamiento presidencial, apoyado en la omnipotencia de su hermana Karina y contando con el asesoramiento del “come libros” Santiago Caputo, quien está gestando su escenario de poder a través del manejo de redes sociales y grupos de trolls que armó para “carpetear” a quienes se le opongan.

Esto se puede dilucidar sin llegar al núcleo central de las acciones, pero los no tan erráticos caminos que toma para decidir sobre acciones internas y/o internacionales, marcan claramente que del carro tira Milei, que las decisiones son de Milei, que se siente empoderado a niveles de los principales conductores políticos del primer mundo y pretende ser uno de ellos.

Esto puede llegar a tener un costo. Difícil es poder decir hoy cuáles ni cómo afectarán, pero ya se han escuchado algunas voces que señalan que los argentinos están transitando un camino difícil, con un marcado “unicato” que podría conducir a un Estado sin derechos individuales.

En las recientes disertaciones del presidente libertario, recogidas de sus exposiciones en “Atreju”, la convención nacional organizada por la premier italiana, Giorgia Meloni, que convoca a partidos conservadores y de derecha del mundo, volvió a marcar pragmáticamente su “decálogo político” y hasta citó a Lenin.

El decálogo en el que se asienta su gobierno libertario, fija que “Aquellos que tengan proyecto propio y se alejen del que plantea el gobierno deben irse”, lo mismo aclaró: “Que los que plantean tener agendas personales que no son las del gobierno”.

Agregó: “Sólo con el equilibrio fiscal, Argentina se asegura un crecimiento del 4,5% por año. En cuatro años, el país va a ver crecer su PBI en un 50%”, planteó el Presidente. “Soy anarcocapitalista, con lo cual además desprecio el Estado y estoy adentro del Estado para romperlo todo, para achicarlo”.

Sostuvo: “Tengo mis propias recetas, que no son políticamente correctas ni tan profesionales, pero hasta ahora nos han dado resultado”. Criticó duramente a los que sostenían que su gobierno estallaría y afirmó: “Hoy estamos más consolidados que nunca y con el apoyo de la sociedad”.

“Contra todos los pronósticos de los analistas y políticos profesionales, creían que íbamos a durar tan solo un par de meses y que no estábamos capacitados para gobernar. Tuvieron que tirar a la basura todos sus manuales”. Sostuvo el presidente argentino.

Nada novedoso, solo una ratificación de su proyecto libertario-anarcocapitalista, mostrando como “cucarda” los índices de aprobación ciudadana, que alienta la esperanza de que tras la “tormenta perfecta” que armaron y diseñaron Milei-Sturzenegger-Caputo, vuelva a brillar el sol con intensidad.

Javier Milei, en el marco de su estructura cerebral, en donde no tiene cabida el fracaso, ni figura la derrota y mucho menos el reconocimiento que pueden existir otras alternativas más equilibrantes en el plano social, nos está llevando a su “paraíso personal”.

Ni bueno ni malo, opinar sería osado a esta altura de los acontecimientos. Pero la vida continúa y aún faltan muchas etapas para resolver el quebranto y la decadencia argentina.

Lo importante sería llegar y bien fortalecidos.

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