JUEVES 26 de Diciembre de 2024
 
 
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“Tanto va el cántaro a la fuente...”

El conocido refrán surgido del emblemático “Don Quijote de la Mancha”, pone de relieve una verdad de “perogrullo”, atento a que nadie tiene el máximo de prudencia y buen criterio como para no dejarse endulzar por las mieles del éxito que le da el poder y perder de vista que en algún momento se romperán las estructuras.

“Quien se expone con frecuencia a las ocasiones de peligro tarde o temprano quedará atrapado en ellas! Observaciones: Tantas veces va el cantarillo a la fuente [...] y no digo más” (El Quijote II 30).

¿Qué se rompe, el cántaro o la fuente? El refrán se refiere, claro está, al cántaro. El dicho hace referencia a los tiempos en que no había agua en las casas y había que ir hasta la fuente a por ella, de forma que, más tarde o más temprano, el cántaro se rompía, ya fuese por desgaste por un uso excesivo o por algún desgraciado accidente que acababa con él hecho pedazos.

Es de suponer que la fuente podía romperse también, pero para eso ya había que ser excesivamente torpe, así que el refrán no contempla esa posibilidad.

Según el español Manuel Molina Arias: “Hagan un paralelismo entre ir a la fuente con el cántaro y hacer un contraste de hipótesis. ¿Creéis que no tienen nada que ver? Pues lo tienen: si hacemos contrastes de hipótesis de forma insistente podemos acabar llevándonos un disgusto, que no será otro que el de cometer un error”. Según el análisis realizado por el profesional hispano, quien abusa de su confianza en lograr objetivos, termina por ser víctima de sus propias intenciones.

Es un refrán que se utiliza para expresar la idea de que cuando alguien repite una acción una y otra vez, eventualmente puede sufrir consecuencias negativas o agotarse. Esta expresión se utiliza para señalar la importancia de la moderación y evitar la persistencia excesiva en una tarea o actividad.

El traer a esta columna un viejo y tradicional dicho responde a la necesidad de entender o, digamos con mayor certeza, pretender hacerlo, al presidente Javier Milei, quien se nota proclive a un mesianismo enancado en la creencia de tener todas las condiciones de un líder y sobre esas bases avanzar en decisiones que -la historia lo ha demostrado en el mundo- acaban por frustrarse y destruir las buenas intenciones. Si las había.

El mesianismo, como se lo conoce, es: “Como tal, la actitud de un individuo que lo desarrolla y se caracteriza por atribuirse la capacidad y la responsabilidad divina de luchar contra el mal y de salvar al mundo”. Nos cuesta creer que Milei esté manejando esos parámetros a nivel personal, pero los sucesos parecieran tener semejanzas.

“Que soy el mejor presidente de la historia”, refiriéndose a la Argentina. “Que soy el líder del nuevo liberalismo que se abre al mundo”. “Hoy ya empezaron a copiar, en el primer mundo, lo que hago en este país”. Estas son algunas de las definiciones que el presidente liberal-anarcocapitalista Javier Milei hace sobre su accionar político en nuestro territorio y que procura generar internacionalmente.

En algún momento se pudo pensar que era una “impostura”, actitud que podría devenir de su paso por la “farándula”, escenario en el cual comenzó su derrotero político y dada la respuesta ciudadana a sus personajes disruptivos, sin limitaciones, ganó un segmento joven cuyas rebeldías son propias de su edad y escaló cuando los fracasos de la política tradicional le dieron la oportunidad para mencionar que era el cambio.

Hoy merced a estrategias generadas en los gruesos errores de procedimiento que siguen mostrando, lo que Milei señala como la “vieja casta”, y denosta mostrando sucesos de notoria corrupción, ha escalado en la consideración ciudadana y creemos que esos factores de éxito son como las luces del escenario farandulesco en el cual se formó y le están provocando ver siempre la “sala a pleno”, y no percibe que sus errores están comenzando a socavar la confianza de una parte de la sociedad.

A este aspecto nos referíamos cuando hicimos mención al “cántaro y la fuente”. Son equivocaciones y parecieran ser una deformada visión de las respuestas. Algunos aplauden determinadas acciones que comparten y son las que percibe, pero ignora aquellas que señalan que son víctimas de sus yerros.

Todo en la vida tiene su tiempo y marca con absoluta fidelidad que los éxitos no perduran por siempre. Digamos volviendo a la “génesis” de nuestra entrega: es el cántaro que ha comenzado a deteriorarse y muestra signos de los golpes que su propia torpeza produce contra la fuente. 

Pero Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo: No lo están viendo.
 

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